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martes, 6 de octubre de 2020

ENTRADA DE MOROS Y CRISTIANOS EN UTIEL


Carlos J. Gómez Sánchez .Miembro A.C. Serratilla

                           

Uno de los hechos que más ha marcado la personalidad hispana ha sido el enfrentamiento casi continuo de las poblaciones cristianas peninsulares con los grupos musulmanes tanto de Al-Ándalus como de otras zonas extrapeninsulares: la Reconquista, los actos violentos ante las comunidades mudéjares o moriscas, las correrías de los piratas berberiscos, la batalla de Alcazarquivir, el conflicto de la Monarquía Hispánica con el Imperio Otomano, las guerras de África y el Rif o la participación de tropas marroquíes en la Guerra Civil Española. Todo ello ha definido un imaginario colectivo reflejado en la cultura material e inmaterial de la Península Ibérica. 

Celebración de las danzas de Moros y Cristianos en Utiel por los danzantes de San Antonio (2017)

La festividad de los Moros y Cristianos se trata de uno de los aspectos más identificativos de esa estrecha y conflictiva vinculación histórica con tierras musulmanas. Una tradición arraigada en buena parte de todo el Mundo Hispánico, mucho más allá que en tierras valencianas, como generalmente asociamos, y que cuenta con distintos estilos regionales de orígenes y costumbres diferentes. Curiosamente, uno de esos estilos, el castellano, cuenta con su primera referencia histórica en Utiel. Ballesteros Viana nos comenta que en la ciudad ya se realizó “festejos simulando un combate entre turcos y cristianos en 1571, la primera representación con las características castellanas, por lo que podemos decir que la celebración nació en nuestra localidad y que, por lo tanto, se trata de una de las festividades autóctonas utielanas con mayor influencia e importancia.  

“MOROS Y CRISTIANOS” A ESTILO CASTELLANO

Existen Moros y Cristianos en buena parte del territorio peninsular e incluso más allá. Como ya hemos comentado, los estrechos vínculos de la sociedad cristiana con los musulmanes hicieron que surgieran paralelamente varios estilos de la festividad con sus particularidades. Los más conocidos son la “tipología valenciana”, con gran tradición en las comarcas limítrofes entre las provincias de Valencia y Alicante, y que en las últimas décadas se ha extendido por muchas poblaciones del resto del Comunidad Valenciana. Sin embargo, también existen tradiciones propias de Moros y Cristianos, como los “dances” en Aragón o las distintas representaciones regionales presentes a lo largo de todos los antiguos dominios de la Monarquía Hispánica: Barlovento (Canarias), Brasil, El Salvador, Guatemala, la “komedya” de Baler (Filipinas), La Alpujarra y otros pueblos de la Andalucía Oriental, Leseca (País Vasco), Paraguay, Perú, Totolapan (México), etc.

  

Celebraciones de Moros y Cristianos en Totolapan (México) y Alcoy (Alicante)

Estamos hablando por lo tanto de una festividad mundial vinculada a la Hispanidad y que históricamente ha tenido un gran arraigo. Incluso elogiadas por figuras ilustradas, como el caso de Gaspar Melchor de Jovellanos en su Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos ydiversiones públicas y sobre su origen en España (1786), donde nos dice:       

Las soldadescas, y comparsas de moros y cristianos son asimismo de grande utilidad, pues sobre ofrecer una honesta recreación a los que juegan y a los que miran, hacen en gran manera ágiles y robustos a los que los ejercitan y mejoran, por tanto, la educación física de los jóvenes. Puede decirse lo mismo de los juegos de y otras diversiones generales (juego de pelota, bolos, bochas, tejuelo, corridas de caballos, gansos y gallos, y otros) son tanto más dignas de protección cuanto más fáciles y menos exclusivas, y por lo mismo merecen ser arregladas y multiplicadas”. 

 

La “tipología castellana”, conocida en Utiel como “Entrada de Moros y Cristianos”, se desarrollará por toda la antigua delimitación de la provincia histórica de Cuenca, conformada por gran parte de la actual provincia de Cuenca, el Señorío de Molina, la Meseta de Utiel-Requena, y la zona norte de la provincia de Albacete (La Roda, Jorquera, Alcalá del Río Júcar, Casas Ibáñez, Talavera de La Mancha, etc.). La influencia de los Moros y Cristianos castellanos también calará en Sinarcas y otros pueblos limítrofes de la Serranía del Turia y el Rincón de Ademúz, donde serán llamados “Entramoros”.   

Celebración de Moros y Cristianos a estilo castellano en Valverde del Júcar (2018)

Celebración del “Entramoro” al estilo castellano para las Fiestas Gordas de Túejar (2015)

Por desgracia, con puntuales excepciones (San Antonio de la Vega, Túejar, Valverde del Júcar, Abengibre, etc.), la festividad entró en decadencia en la primera mitad del siglo XX. El desarraigo y olvido de la tradición castellana contrastaría con el desarrollo identitario y popularización de su contraparte valenciana. Esta razón explica porque diversos historiadores e investigadores caen en el error de considerar los Moros y Cristianos de la Meseta de Utiel y otras comarcas conquenses como una importación proveniente de Valencia. No obstante, la festividad en su estilo valenciano, aunque con similitudes en el patrón de utilizar relaciones teatrales, presenta grandes diferencias en su ejecución pues mientras los valencianos se centran en los desfiles suntuosos de comparsas acompañadas con pólvora, en los castellanos lo importante es la representación teatral a caballo. Otra diferenciación curiosa, es que en los valencianos antaño no podían participar las mujeres, mientras en los castellanos, los papeles femeninos eran de suma importancia.   

HISTORIA DE LAS “ENTRADAS DE MOROS Y CRISTIANOS” EN UTIEL

A través de diversas referencias documentales y bibliográficas podemos determinar que nos encontramos con una festividad de gran arraigo desde el siglo XVI al XIX.

Primeras referencias de 1571

La primera noticia que tenemos sobre la fiesta de los “Moros y Cristianos” castellanos se relaciona a la Batalla de Lepanto del 7 de octubre de 1571. Para conmemorar la victoria contra el Imperio Otomano, Felipe II ordenó a las ciudades y villas de sus dominios celebrar fiestas extraordinarias. En este contexto Utiel obedecería y “la escuadra de Utiel amenizó los festejos simulando un combate entre turcos y cristianos”. Un dato que sabemos gracias a la Historia y anales de la muy leal, muy noble y fidelísima villa de Utiel, extraordinaria obra de Miguel Ballesteros Viana donde recoge la información ofrecida por las desaparecidas actas municipales del concejo.

“Episodio del combate naval de Lepanto” (1856), Antonio de Brugada Vila. Museo del Prado

Es importante indicar que en esta primera ocasión que se celebró el evento, fue organizado por la escuadra, una milicia urbana de la villa constituida para defenderse de ataques externos. La militarización de la sociedad civil local se trataba de una respuesta ante el pavor que se temía al alzamiento de la población morisca de los alrededores. Recordemos que el Valle de Ayora-Cofrentes o el Vizcondado de Chelva tenían un número muy importante y el corregimiento de Utiel se encontraba muy preocupado, pues estaban a las “Puertas de Argel” como aparece en algunas referencias. La milicia o escuadra se había constituido tras la rebelión morisca de las Alpujarras (1568), ante el temor de una revuelta generalizada por toda la península. Además, con motivo de la misma, la villa alcanzó la licencia para poder usar arcabuces, escopetas, ballestas u otras clases de armas para defenderse.

El éxito de los festejos de Lepanto gustaría tanto que las autoridades decidieron recuperarlas para la celebración del nacimiento del príncipe Fernando de Austria el 4 de diciembre de 1571. Entonces aconteció “una solemne misa y lucida procesión, y durante los días de Navidad, se dio licencia a los vecinos para vestirse de máscara y hacer invenciones como en el año anterior[1], mientras “la milicia utielana reprodujo el simulacro de combate, efectuado con motivo de la victoria contra el imperio turco”. Desde entonces, la fiesta mantendrá una continuidad esporádica pero constante desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.

La fiesta en el siglo XVIII

La organización militar que hemos visto aplicada en los festejos se imitará en las siguientes ocasiones que se celebre, indistintamente que estas sean promovidas por la milicia urbana u otras instituciones. Ballesteros nos indica que el 19 de agosto de 1753 se constituyó una hermandad de festeros “para excitar la devoción” a la Virgen del Remedio. Constituida militarmente por una escuadra de ochenta hombres con sus correspondientes cabos que juraban su permanencia por un plazo de diez años. Con “las mogigangas disfrazados de régulos (reyezuelos), ya fuese moro o cristiano”, su objetivo era enriquecer los actos de septiembre dedicados a la Patrona de Utiel con la presencia de “Entradas de Moros y Cristianos”.  Esta “escuadra de festeros” se llamaba en tiempos pasados “Compañía y Soldadesca”, lo cual recuerda a la denominación con la que se hace referencia a los organizadores de la fiesta en otras poblaciones de la comarca: la Soldadesca.

Elenco de la representación de los Moros y Cristianos en Campo Arcís (1942)

En el siglo XVIII, la festividad en Utiel estuvo muy viva. Como acabamos de indicar, se constituyó una “Escuadra de Festeros” para realizar la tradición de Moros y Cristianos los días de fiesta en honor a la patrona. Se trata, por lo tanto, de un intento de regularización asociándolo al culto religioso principal de la ciudad que no triunfaría. No obstante, la soldadesca utielana tomaría parte en los desfiles, procesiones religiosas y demás eventos. De hecho, parece asociarse completamente con el culto al Remedio, la celebración del 18 de septiembre de 1754, el “Día de Minerva”, bien podría tratarse de una ampliación de los festejos tras las Fiestas de la Virgen del Remedio. Igualmente, entre los días 22 y 25 de septiembre de 1759, se celebró la proclamación del rey Carlos III, donde son llamados como “soldados de la Virgen”, calificándolos como “alegría de las jóvenes; acrimonia y recreación de damas y señoras” a una compañía que contaba con “capitán, dos sargentos, dos cabos, un tambor y en ocasiones como la presente algunos músicos raros”.

Además, debido a la estratégica situación geográfica como nudo de comunicaciones, desde Utiel la festividad se propagaría por los territorios circundantes con vínculos económicos, y familiares. Entre ellos, Requena, en donde documentamos la procesión cívica por la coronación de Fernando VI de 1745, donde el importantísimo Gremio de Arte Mayor de la Seda envía a “parejas de turcos y árabes a caballo, ricamente ataviados, y comparsas de matachines (cristianos) con los escudos de armas reales y de la villa”.

Elenco de la representación de los Moros y Cristianos en San Antonio (1958)

Tras la muerte de Carlos III en 1788, el Cabildo y Corregimiento de Utiel acordaron un programa de festejos para celebrar la coronación de Carlos IV, el cual sería uno de los “más notables que había presenciado Utiel y casi los últimos que con tan inusitada pompa se llevaron a cabo”. Efectuados los días de Pascua del 12, 13 y 14 de abril de 1789, buscaba ser una fiesta de atractivo regional, por lo que había sido anunciado en la contornada, se llegó a pedir a la dotación provincial “un nutrido destacamento de soldados para amenizar los festejos y darles mayor interés”, y se improvisaron en las plazas principales “dos grandes fuentes de variados licores para el servicio de los forasteros, mediante una escasa retribución. Además, se adecentaron calles y fachadas, se colocaron tres grandes tablones en la Plaza Mayor del Ayuntamiento, Puerta del Sol y San Juan y la Casa Consistorial se adornó con banderas y colgaduras, disponiendo un gran dosel en el balcón central. El primer día, por la tarde tras haber realizado el acto inaugural bajo el grito “¡Castilla!, ¡Castilla!, ¡Castilla!, por el Rey Nuestro Señor Carlos IV que Dios guarde!” y la misa del Te Deum, los regidores montaron a caballo, poniéndose en marcha la comitiva. Esta se dirigió efectuando la “vuelta de la procesión” por la calle Real, Puerta de Requena, Puerta del Sol, calle de las Eras, Cuesta y Plaza de

San Juan, Puerta de los Santos, volviendo al punto de partida en la Plaza Mayor. Además, Ballesteros nos dice que “rompían la marcha los alguaciles a caballo y ministros encargados del despejo; seguía un piquete de tropas comandado por el subteniente D. Miguel Antonio Iranzo, llevando delante la música del regimiento formada por tambores y clarines: luego caminaba el Ayuntamiento a caballo con el mejor orden y pausa, cerrando el cuadro el regidor decano con el pendón real; e iba en pos de él la recámara vestida a lo turco y a pie, en la mejor disposición”. Tras las relaciones, la gente continuó las diversiones con bailes hasta altas cotas de la madrugada.    

 

Apogeo y decadencia en los siglos XIX-XX

En el siglo XIX, las “Entradas de Moros y Cristianos” se extenderán por multitud de aldeas de la toda la Meseta de Utiel-Requena. Sabemos por Enrique Herrero y Moral que en 1831 acontecen las primeras danzas de Moros y Cristianos en Campo Arcís en honor a San Isidro Labrador. E igualmente acontecerá en San Antonio, Las Casas, Los Corrales, Las Cuevas, La Torre, Casas de Eufemia, Roma, Hortunas, San Juan (se llevaban a cabo conjuntamente las relaciones en San Juan, Calderón y Barrio Arroyo), Villar de Olmos, Los Isidros, Los Cojos, Las Monjas, Los Marcos, Jaraguas, Fuenterrobles, Camporrobles, Sinarcas, etc. En todas ellas se desataría un verdadero “boom” de la fiesta como consecuencia de la Guerra de África (1859-1860) y la Guerra del Rif (1911-1927), momento en el cual muchos quintos, figura clave en la organización lúdica en las aldeas y pueblos, realizaban su servicio militar obligatorio en Marruecos.

En la ciudad de Utiel, por su parte, la fiesta se relaciona por completo con la Real Cofradía de Colmeneros y Labradores, más popular en la actualidad por su advocación a San Isidro Labrador. En su Libro de Actas se conservan varias referencias a la organización de este evento para fechas señaladas. Un caso resonante que encontramos detalladamente descrito corresponde a la celebración por la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II los días 1, 2 y 3 de diciembre de 1843. Se trata de un acuerdo del 20 de noviembre entre el Ayuntamiento de Utiel y la Cofradía para su participación en los festejos. Esta última quedó como organizador en sustitución de la “soldadesca”, al ser la principal asociación de la ciudad y la única con autorización civil. Esto se debe a que las reales órdenes pedían que “hicieran fiestas y regocijos por todos los gremios y cofradías”. Respecto cómo se realizarían los Moros y Cristianos el domingo 3 de diciembre, se nos dice lo siguiente:

Se harán dos carros triunfales, uno de ropas de seda, que deja D. Alejandro Iranzo, en el que se colocará el retrato de nuestra soberana, tirado por cuatro mulas negras bien enjaezadas de quitapones y demás; las cuáles serán las del dicho D. Alejandro y las de José Antonio Navarro, y vestidos, la mitad de moros y cristianos, los cuales con la bandera y música servirán de custodia al carro y al mismo tiempo tirarán tiros con la escopeta, de trecho en trecho. Que otros diez y seis individuos, vestidos también de moros y cristianos, bailen la danza que en las festividades del santo se suele acostumbrar. Y últimamente, que se haga otro carro triunfal, vestido de sabina, en donde se coloquen dos niñas vestidas de ninfas y que arrojen hasta ocho fanegas de pan cocido de a media libra, cada uno, al pueblo dicha tarde, el cual carro será tirado por cuatro mulas tordillas, bien enjaezadas y de propiedad de Juan Giménez García y de Juan Navarro. Que los comisarios gasten lo que fuera necesario, pues le será abonado en cuenta”.

Mulas enjaezadas para el desfile de carrozas de Utiel (1950) continuando el estilo de las Entradas de Moros y Cristianos utielanas.

Los datos precisos que ofrece esta noticia sobre las “danzas guerreras”, las mulas enjaezadas y desfile son sumamente valiosos al confirmar la presencia de los elementos formales que conforman la festividad documentada etnográficamente. Además, nos permite hacernos una idea de como serían las otras celebraciones gestionas por la cofradía. Como fue el casamiento de Isabel II con Francisco de Asís para el domingo 12 de noviembre de 1846, tras haberse acordado el día 20 participar “con los mejores deseos a pesar de la escasez de los fondos” mediante un desfile con “danzas de moros y cristianos y un carro triunfal para tirar pan al pueblo según ha sido costumbre”.

No solamente se celebraban estos actos peculiares para ocasiones extraordinarias, en la noticia de 1843 ya nos dicen el uso de unas danzas guerreras que en las festividades del santo se suele acostumbrar”. E igualmente, parece ser que el resto de elementos de la desaparecida tradición eran usados para las fiestas habituales a San Isidro Labrador. Así se aprecia el 5 de abril de 1863, cuando se decidió realizar una novillada taurina en la recientemente inaugurada Plaza de Toros “La Utielana” y una “Entrada de Moros y Cristianos”, denominación popular y tradicional que hemos constatado documental y oralmente para esta festividad. El acuerdo lo dice de la siguiente forma:

Los individuos de esta Real Cofradía determinaron el hacer su fiesta de Iglesia con la mayor pompa y también una entrada de moros y cristianos y unos novillos que serán corridos en la plaza utielana, todo en obsequio de nuestro santo patrón, con los fondos de dicha Cofradía y si algo faltara por el desembolso de sus individuos, hasta reintegrarse en lo sucesivo, cuando las circunstancias lo exijan”.

Mora sobre una mula enjaezada en los Moros y Cristianos de Campo Arcís (1964)

La llegada del ferrocarril Valencia-Utiel en 1885 supondrá, como con muchas otras tra diciones locales, la causa de la decadencia de los Moros y Cristianos. Puntos de vista más cosmopolitas y atractivos se abrieron paso y desbancaron multitud de costumbres, la modernidad arrasó con la antigua mentalidad festiva utielana. La eventualidad característica de los Moros y Cristianos no favoreció su continuidad, llegando a perderse incluso de la memoria colectiva en la ciudad. Solamente hemos conocido un testimonio a través de terceras personas, el de José Vergara Asunción, oriundo de Los Corrales pero que había vivido su infancia en Utiel los primeros años del siglo XX. Este hombre aún tenía memoria de la celebración de los Moros y Cristianos en Utiel y así se lo remarcaba a su hija, a través de la cual hemos recopilado la única persona de la ciudad con recuerdos de este evento hasta el momento. Según este testimonio, los últimos Moros y Cristianos en Utiel se celebrarían a finales del siglo XIX e incluso llegaron a los primeros años del siglo XX.

No obstante, algunas de sus características si superaron la extinción en el calendario festivo utielano, es el caso de las mulas enjaezadas o adornadas con quitapones. La decoración de las caballerías, esencial en las “Entradas de Moros y Cristianos”, se mantearían para los desfile de San Isidro y la Virgen del Remedio. Convirtiéndose en una de las pocas costumbres típicas de la festividad que se mantendrá después de la desaparición de la fiesta en siglo XX, vinculado como no a la Cofradía de San Isidro Labrador. Todo ello indica que los Moros y Cristianos en el siglo XIX fueron totalmente asimilados por la Real Cofradía de Colmeneros de Utiel, conservando ciertos aspectos de la misma como las mulas enjaezadas.

   Quitapón tradicional de Los Corrales de Utiel para enjaezar la mula en eventos festivos como las Entradas de Moros y Cristianos.


Decoración tradicional completa de Las Cuevas de Utiel para enjaezar la mula en eventos festivos como las Entradas de Moros y Cristianos.

En las aldeas utielanas, donde la tradición sobrevivió hasta la década de 1930 ha podido conservarse el recuerdo de las mismas. Por desgracia solamente en dos poblaciones comarcales se han conservado los Moros y Cristianos de estilo castellano hasta la actualidad, en San Antonio (con gran vitalidad) y Campo Arcís (también en proceso de extinción ante la grave despoblación). En Utiel la última vez que se realizaron las “danzas guerreras” fue en 1960 con motivo de la Coronación de la Virgen del Remedio. Esos días de gran relevancia religiosa y cultural para la ciudad fueron la última vez en la que se bailaron las “danzas guerreras” a cargo de los danzantes de San Antonio en la Plaza Mayor del Ayuntamiento.

Danzantes de Moros y Cristianos de San Antonio  para la Coronación de la Virgen de Remedio en Utiel (1960)

 LA FESTIVIDAD (CARACTERÍSTICAS)

Las “Entradas de Moros y Cristianos” no disponían de una fecha fija en el calendario festivo local. Celebrándose únicamente para conmemoraciones de gran relevancia a nivel local y nacional. El itinerario utilizado seguramente sería el mismo a los recorridos usados en otros desfiles, conocida como “la vuelta a la procesión”, y que documentalmente se nos describe en la representación de 1789. Se partía desde la Plaza del Ayuntamiento para discurrir por la Calle Real, El Cebo hasta la Puerta del Sol, desde donde lamía el tramo norte de la muralla pasando por la Puerta de las Eras, y la Cuesta y Plaza de San Juan. Para girar desde allí por la Rambla y la Placetilla de los Santos hasta volver al punto inicial.

La representación tenía lugar en uno o varios tramos intermedios de la procesión en espacios abiertos al aire libre. En el centro estaba la imagen de la Virgen o Santo a la que estaba dedicada la fiesta en los casos religiosos, o el retrato del soberano en los festejos cívicos. Colocándose en dos secciones enfrentadas los moros y los cristianos a caballo. Dependiendo el pueblo, se optaba por representar en un solo lugar toda la trama o distribuirla en varios puntos. En el caso utielano, lo más posible es que aprovechando las diversas plazas que se alternaban en “la vuelta a la procesión” (Ayuntamiento, Puerta del Sol, Puerta de las Eras, San Juan y Miguel Ballesteros) se turnasen en cada una de ellas las distintas relaciones y parlamentos de los Moros y Cristianos. Así se intuye al menos en la Coronación de Carlos IV en 1789, pues las ceremonias se efectuaron sobre tres grandes tablados en la Plaza Mayor, Puerta del Sol y San Juan.   

Desfile de Moros y Cristianos en San Juan (1926)

Los disfraces eran esenciales, aunque no tenemos constancia de cómo serían hasta el siglo XIX. En estos casos, los cristianos utilizaban vestimentas militares de la época mientras los moros llevarían trajes improvisados a imitación de su concepción de “islámico”. Con la llegada del ferrocarril en 1885, sabemos que los organizadores de las fiestas en algunas poblaciones (San Antonio, Las Monjas, Campo Arcís, etc.), alquilaban trajes de moros y cristianos en la ropería Insa u otras en Valencia.

Como explicamos en la primera parte de este trabajo, la realización de esta festividad era por lo general eventual sin contar con una fecha concreta. En el caso utielano, las “Entradas de Moros y Cristianos” servían en ocasiones especiales en que se hacían celebraciones laicas significativas en el panorama nacional, en la que el consistorio municipal pedía su realización al gremio o cofradía que tenía por costumbre la organización de las mismas, en este caso la Cofradía de Colmeneros de San Isidro Labrador. En algunas poblaciones y aldeas, y seguramente también en Utiel, por su parte se asociaría a la principal devoción religiosa, no obstante, no perdería en la mayoría de los casos su irregularidad de convocatoria. Tan solo encontramos una excepción significativa, el llamado “Entramoro de Tuejar. En este pueblo de Los Serranos celebran cada cinco años las “Fiestas Gordas” dedicadas a La Purísima (15 de agosto). Trasladando su virgen desde la ermita a la Iglesia Parroquial con una representación de moros y cristianos cuyas relaciones aún son a caballo, junto a la “rodá” o ruedo de la bandera (“correr la bandera”).

Mural del Fiestas Gordas de Túejar (2015) recordando la celebración del “Entramoro” 

Respecto a la organización, estaba formada por mayordomos o festeros encargados de gestionar la fiesta conocida como “soldadesca” o “los cargos”, así llamado este último en varios pueblos de Cuenca. Durante toda la Edad Moderna, se trataría de una estructura que imitaba lo militar, de allí la utilización de la palabra “Compañía y Soldadesca” en Utiel durante la Edad Moderna. Esto nos recuerda la estrecha relación que la festividad contaba con las milicias urbanas de la villa, las cuales tenían la posibilidad de usar armas de fuegos en los desfiles, que con el tiempo se sustituiría por “cobetes” (cohetes), minetas u otros petardos típicos. En el siglo XVIII y XIX pasaría a ser una estructura patronal, de cofradía devocional o gremial, lo cual explica qué en los casos de Utiel en el XIX la fiesta era llevada a cabo por la Real Cofradía de Colmeneros y Labradores de San Isidro Labrador.

ELEMENTOS FORMALES

La festividad en su estilo castellano se caracteriza por tres aspectos formales que le ofrecen un sentido teatral, etnográfico, y solemne. Dos de ellos son la base única de la festividad, las relaciones (el punto teatral) y las “danzas guerreras” (elemento etnográfico). Por último, encontramos el “correr la Bandera”, cuyo uso comarcal estuvo muy extendido para distintos eventos festivos. Todo ello, hace que difiera sustancialmente nuestros Moros y Cristianos de las típicas y muy conocidas fiestas de Moros y Cristianos valencianos. Al centrarse las suyas en ostentosos desfiles estructurados en comparsas con el uso esencial de la pólvora. Dejando de manera secundaria sus alardes, equivalentes a nuestras relaciones, pero sin la complejidad del texto característico en nuestro caso.

-Las Relaciones:

Se trata de una función teatral, conocida como las “Relaciones”, en la que intervienen quince personajes fijos montados a caballo, seis de cristianos o “matachines”, otros seis de moros o turcos, más una mora, una cristiana y un ángel representado por un niño. Los actores dramatizan el texto en verso de la obra con un origen culto, es decir, esbozado por personas con un conocimiento importante en teatro y letras. Están estructurados en su mayor parte en series romanceadas de octosílabos que llegaron a sobrepasar los dos mil versos. A los intérpretes de la obra formal, constituida únicamente por los personajes de la trama (capitanes, embajadores, etc.), se les añade otro con una intención cómica. Se trata de las botargas, cuyas intervenciones no aparecerían en el texto, porque se improvisaban para cada ocasión temas de la actualidad. La botarga no era un aspecto formal de la representación, pero se trataba de lo más atractivo para el público por su carácter satírico y humorístico, amenizaba la formalidad del resto del conjunto de las relaciones.


 
Personajes moros y cristianos en la representación de Campo Arcís (1950)


 
Personajes del ángel montado sobre mulas enjaezadas en Las Monjas (1942) (arriba) y Campo Arcís (1950)  (Debajo).


La historia que se nos representa, con pequeñas particularidades propias en cada pueblo, sigue en la mayoría de los casos una línea argumental similar. El bando cristiano está celebrando unas fiestas en honor al patrón u otro evento laico. Entonces entra en escena el bando moro o turco amenazando con embajadores y parlamentos la conquista de estas tierras. Tras simular el combate entre ambos bandos venciendo los musulmanes, aparece el ángel, que tras alentar a los cristianos consiguen derrotar al infiel. Finalmente, los musulmanes ante la milagrosa aparición del ángel aceptan su conversión. Los papeles de los distintos personajes pueden reducirse o diferenciarse dependiendo del pueblo, sin embargo, estas variaciones no cambian sustancialmente la base temática de las relaciones.

Parlamentos en el “Entramoro” de Túejar (2015) donde el capitán moro amenaza al bando cristiano frente a la Virgen de la Purísima y San Antonio de Padua.

VIDEO

https://www.youtube.com/watch?v=eTXlxqWbMW0


Relaciones del “Entramoro” de Túejar (2015).

- “Danzas Guerreras”:

Las danzas se caracterizan por su complejidad, tratándose de una pieza de origen académico diseñada por un maestro, que con el tiempo tendió a popularizarse. Su ejecución es efectuada por doce danzantes, aunque en ocasiones solo participaban en ella ocho personas, siendo así más fácil. Divididas en dos hileras paralelas, cada una representa a los moros y a los cristianos, semejando una pelea entre ambos grupos (de ahí su calificativo de “guerreras”) a través de una coreografía plagada de medias vueltas y cruces. Todo ello acompañado por el “juego de roces” donde semejan el choque de espadas y escudos. Sustituidos por palos las espadas (aunque en las mejores representaciones ya en el siglo XIX si se utilizaban estas armas) y los escudos por chapetas o por las antiguas planchas de ascuas. Por desgracia, en la actualidad solo conservamos la coreografía entera de las versiones de San Antonio y Campo Arcís, evidenciándose similitudes con las danzas de palos o paloteos versionadas en prácticamente toda la Península Ibérica.

Arcís “Danzas guerreras” con espadas en Campo Arcís (1960)

“Danzas de palos” para San Isidro Labrador en Hortunas (1985)

VIDEO

                       https://www.youtube.com/watch?v=Nyt-uoM8iRo

Danzas guerreras de los Moros y Cristianos de San Antonio de la Vega (2016).

En las “danzas guerreras” de Utiel mencionadas en el Libro de Actas de la Cofradía de Colmeneros durante el siglo XIX nos dicen que la ejecución era llevada a cabo por “diez y seis individuos, vestidos también de moros y cristianos”, los cuales “bailen la danza que en las festividades del santo se suele acostumbrar”. Todo ello indica que se trataba de una coreografía de baile con una cierta antigüedad ya en el siglo XIX conformada por filas paralelas de ocho danzantes cada una. Un número tan elevado de bailarines complicaría enormemente el resultado, lo que hace pensar que en realidad se tratase de dos danzas que actuaban por separado de ocho individuos cada una estructurada por dos filas de cuadro danzantes. No obstante, es posible la presencia de filas de ocho individuos, que darían un espectáculo más rimbombante y explicaría la admiración que generaban estos actos.

- “Correr la Bandera”:

En algunas ocasiones, la fiesta de Moros y Cristianos acababa con la ceremonia de “correr la bandera”. Esta es una danza en la que el abanderado hace una ofrenda simbólica al santo patrón, por lo que su realización no está exclusivamente relacionada con esta fiesta. No obstante, en los casos que sí, su realización aparece en la mayoría de pueblos en el que la festividad se relacionó a un santo o Virgen. Aun así, desconocemos documentalmente su realización en Utiel, aunque parece probable su práctica, pues las banderas se mencionan en la noticia de 1843 y son varias las referencias a “correr el estandarte” en las actas de la Real Cofradía de Colmeneros. “Correr la bandera” consiste en la apoyatura del mástil sobre el cuerpo del danzante, la bandera se despliega y va lanzando en el aire grandes movimientos. Los danzantes marcan lo que se llama “caras” en las cuales la bandera se orienta a los cuatro puntos cardinales para que el santo patrón nos lleve en una buena dirección en la vida. Todo ello acompañado con una melodía y redoble de tambor.

Celebración de “correr la bandera” en Utiel por los miembros de San Antonio (2017)



VIDEO

https://www.youtube.com/watch?v=jQ0Z1CGohU0

“Correr la bandera” en San Antonio de la Vega (2016).

 

“ENTRADA DE MOROS Y CRISTIANOS” EN LAS PEDANÍAS UTIELANAS

La constatación de la festividad en las pedanías utielanas nos ha aportado datos muy importantes de informadores que sí vieron las últimas relaciones a principios del s. XX. De esta manera en la década de los 80, D. Fermín Pardo Pardo entrevisto a una serie de ancianos muy mayores en esos momentos. José Solaz y María Fernández, naturales de Las Cuevas, Lodulfo Navarro de Los Corrales y María Rosa Solaz de Las Casas recordaban la participación de sus padres aportando fragmentos del texto que habían recitado, a la vez de describir las características del evento con todos los elementos formales ya comentados. Sin embargo, fue en La Torre donde se consiguió una información más precisa, la Tía Hermelina Lloria nos comentó la participación de su madre Luisa Verdú como mora en lo que llamaban “Entrada de Moros y Cristianos”. Las representaciones en La Torre llegaron hasta prácticamente la Guerra Civil, estaban dedicadas a San Antonio de Padua montados los personajes en mulas bien enjaezadas y también contaba con el acto de “correr la Bandera”.

Yo soy nacida en Argel,

mi suerte fue desgraciada,

mi padre capitán moro,

el que defendió la escuadra.

 

 

La sangre tengo encendida,

la sangre hierve en mis venas,

de ver que soy en el mundo,

el mayor poder y fuerza.

 

 

Detente moro valiente,

y mira bien lo que haces,

que para matar un hombre,

es preciso que te cuadres.

 

 

Fragmentos de las Relaciones de Moros y Cristianos en La Torre, Las Cuevas y Las Casas.

Los fragmentos de las representaciones pedáneas con ligeras variaciones siguen una serie de patrones comunes que indican un texto original con el Entramoro de Tuejar, y las Relaciones de Camporrobles y Sinarcas, el cual posiblemente su raíz resida en Utiel. Mientras en otras poblaciones de la comarca las relaciones comparten libretos distintos que contaron con sus propias áreas de expansión. Apreciamos en este sentido los textos antiguos de San Antonio y Campo Arcís que han perdurado hasta la actualidad. Por no olvidar el de una aldea tan vinculada a Utiel como San Juan, con un texto único de las relaciones de la población realizadas junto a Calderón y Barrio Arroyo.  

CONCLUSIONES

Hemos comprobado que las “Entradas de Moros y Cristianos” en estilo castellanos o “Entramoros” son una festividad autóctona de nuestra ciudad, surgida en el siglo XVI con la Batalla de Lepanto y con arraigo documentado históricamente hasta el siglo XIX. Un total de tres siglos en los que se danzaban y realizaban las relaciones en Utiel de manera intermitente pero constante, con gran arraigo y regocijo de la población. Una festividad característica de la Meseta de Utiel-Requena y totalmente desvinculada de la tradición de Moros y Cristianos al estilo valenciano, cuya complejidad teatral es menor y con unas características formales totalmente diferenciadas.     

En 2017, las “danzas guerreras” de los Moros y Cristianos regresaron a Utiel de la mano de los miembros que la realizan en San Antonio. Un importante paso para su reconocimiento, que, sin embargo, debe ir de la mano de la voluntad social para su preservación y recuperación. En ese contexto la “Entrada de Moros y Cristianos” se puede considerar como un ejemplo de nuestra utielanía. Además de ser un catalizador para instigar la cohesión social de esta población, así como ser un atractivo para nuestra incipiente actividad turística. El año que viene se cumplirán 450 años desde la primera Entrada de Moros y Cristianos documentalmente registrada, ¿qué mejor momento para redescubrirla?

Celebración de las danzas de Moros y Cristianos en Utiel por los danzantes de San Antonio (2017)

Bibliografía:

DOMENE VERDÚ, José Fernando (2015). Las Fiestas de Moros y Cristianos. Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante

GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier (2015 / 2016). “Moros y cristianos de Utiel. Una festividad autóctona de Utiel y su Tierra”. Libro de Feria y Fiestas en honor a la Virgen del Remedio, 2015-2016. Dos ediciones.

GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier (2018). “La botarga. Figura satírica en la entrada de moros y cristianos de Utiel”. Falla de Puerta del Sol e Infantil de San Ildefonso, [2] h.

PARDO PARDO Fermín (2014). “Las relaciones de moros y cristianos en Requena y su Tierra en el siglo XIX”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, n. 28, p. 199-270.

PARDO PARDO, Fermín (2015). “Las relaciones de moros y cristianos en la aldea de Las Monjas”. El Lebrillo Cultural, n. 32, p. 47-56.

PIQUERAS EXPÓSITO, Arcadio (1998). Relaciones de moros y cristianos: Campo Arcís. Campo Arcís, Cooperativa y Caja Rural San Isidro Labrador, 1998. Requena, Imprenta Govi.

TOMÁS VARCA, José (1990). “El Entramoro”. Libro de las Fiestas Gordas de Tuejar (1990), [3] h



[1] Hace referencia a las celebraciones por el casamiento de Felipe II en noviembre de 1570, donde el vecindario hizo “juegos y danzas, permitiéndose entonces discurrir por las calles del poblado, con trompetas, tambores o azamazas, usando de disfraz: el Concejo otorgó un premio de once reales (un ducado) al que vistiese cualquier traje distinguido por su rareza o valor”. Posiblemente este evento inspiró a la festividad al ataviarse “a lo moro” algunos participantes.

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