EL LENGUAJE DE LAS CAMPANAS
COMUNICACIÓN Y SIMBOLISMO EN LOS TOQUES DE
UTIEL Y SUS ALDEAS
El conjunto de los conocimientos, las técnicas y las emociones transmitidas a través de los toques es un patrimonio inmaterial de alto valor para Utiel y su Tierra. Así lo ha reconocido el Gobierno de España y más recientemente la UNESCO, que este 30 de noviembre de 2022, ha declarado el toque manual de campana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Carlos J. Gómez
Sánchez
En la cultura occidental europea,
profundamente marcada por el cristianismo, las campanas han sido un
instrumento de Dios al servicio de la comunidad, un punto de unión entre lo
celestial y lo terrenal. Una forma de comunicación bidireccional entre la
divinidad y sus creyentes, que podían sonar para pedir la protección
sobrenatural por alguna calamidad o para exigir la devoción de los fieles convocandos,
a misas u oraciones. No obstante, los toques de campana darían paso a un
complejo lenguaje muy útil para informarse entre los propios vecinos. Una
forma de comunicación que durante siglos definió los sonidos que se escuchaban
en la Meseta de Utiel, el cual actualmente, somos incapaces de imaginar.
Esperamos que las siguientes líneas ayuden a entender y poner en valor este
rico patrimonio inmaterial, perdido parcialmente, pero no olvidado.
Antonio Ferrer “El Blanquillo”, ultimo campanero de Utiel.
EL PAPEL DE LA CAMPANA EN LA
HISTORIA LOCAL Y LAS FIESTAS TRADICIONALES
En Utiel, el uso moderno de las
campanas se introduce en el siglo XIII con la conquista castellana, aunque
desconocemos la datación exacta y trayectoria de esos primeros toques trasmitidos
desde la Torre Vieja de la Iglesia de Santa María. No obstante, sí
podemos afirmar que es en estos momentos cuando el instrumento se vuelve
indispensable en la vida, tanto religiosa como civil de la villa amurallada. Al
ser uno de los medios más prácticos para trasmitir públicamente diversas
emociones (aviso ante un peligro, alegría en las fiestas, tristeza frente a la
muerte) e incluso ideas abstractas, a priori, difíciles de interpretar.
Durante toda la Baja Edad Media,
los hommes buenos y todos los avecinados de Utiel (incluido mujeres
viudas en representación de su familia) se reunían en la Plaza Mayor del
Ayuntamiento o en el interior de la antigua Iglesia de Santa María para
participar en los “Concejos Abiertos”. Unos debates asamblearios donde
se decidían las cuestiones más importantes de la villa y que eran avisados con
antelación al son de las campanas, o como se decía: “reunirse a toque de
campana tañida”.
Representación de la Villa Amurallada de Utiel, por Bernardo de Oviedo (1565),
aparecen la Torre Vieja y Nueva de la Iglesia de Utiel.
En lo festivo, las primeras
noticias giran alrededor del año 1500, cuando Ballesteros Viana narra que entre
las “viejas costumbres piadosas” de la villa existía la Noche de Santa
Águeda, la cual estaba “amenizada con el toque de campanas que duraba
hasta el amanecer”. Esta arcaica celebración aún pervive en algunas
poblaciones españolas con particularidades que merecen una investigación
propia. En Iruecha (Soria), la tradición es protagonizada por los jóvenes
casados que acababan de tener un hijo o les faltaba poco, repicando las
campanas con la compañía de sus mujeres para pedir la protección de sus pechos
y así poder amamantar sanamente a sus vástagos. En Muro de Aguas, Valdeperillo,
Santa Eulalia Somera, Bergasa o Robres del Castillo (La Rioja), las mujeres
acudían al campanario a voltear las campanas e invocar a la Santa protección y
salud en los senos. Por su parte, en zonas de Navarra, la costumbre antigua era
que los mozos y mozas pasaran la noche, o parte de ella, tañendo las campanas,
labor que era pagada por la Iglesia o el Concejo, y que servía para protegerse
todo el año de incendios y tormentas en el campo. Motivo este último, al cual
podría hacer alusión Ballesteros Viana en su referencia a la Noche de Santa
Águeda utielana.
No obstante, el uso de las
campanas en las fiestas históricas de Utiel va mucho más allá. Sabemos
que todas ellas sonaban para San Antón, San Blas, el patrocinio de San José,
Pentecostés, Corpus Christi, San Miguel, San Isidro, San Juan, la Virgen de las
Medinas o de Agosto (la Asunción), etc. En Las Máscaras, el antiguo
carnaval utielano, era obligatorio quitarse las caretas de lo disfraces y
descubrirse cuando sonaba el “toque de Ángelus” al ocaso. En la Pascua Florida
o Semana Santa destacaba los matices según el día, la procesión o el acto, en
especial en el volteo realizado la mañana del Domingo de Resurrección y que
acompañaba la quema de los Judas. Aunque tampoco debemos olvidar sus
simbólicos silencios entre la Gloria de Jueves Santo y la misa de Resurrección,
sustituyendo las campanas por la carraca, instrumento de percusión en
madera que producía un ruido seco. Las campanas también eran fundamentales en
los ritos de transición entre la niñez y la madurez, destacando las fiestas de
los Quintos, pues eran volteadas por los jóvenes, incluso arriesgándose
al salir al vacío mientras las movían. Por último, no podemos olvidar su papel
en las Fiestas Mayores de la Virgen del Remedio desde el siglo XVI. Pues
al salir la imagen de la ermita, se volteaban las campanas de la espadaña, al
ser avistada la romería en las Oliveras de Monares, comenzaba el “toque de
recibimiento”, y al llegar a Utiel, así como en su día grande el 8 de
septiembre, desde la Torre Nueva de la Iglesia se realizaba el volteo general
con una gran matraca de fuertes sonidos acompañado por el disparo de fuegos
artificiales.
También acompañaron día tras día
a multitud de generaciones. Los repiques
y toques habituales marcaban las rutinas diarias: el momento a las
mujeres para “echar la patata al guiso”, la salida de los niños del colegio o
la hora que la gente debía retirarse a sus casas cuando oscurecía. Asimismo,
nos informaba en los grandes eventos de nuestra historia. En tiempos de
guerras avisaban de las amenazas contempladas desde el horizonte.
Así ocurrió en la III Guerra Carlista, cuyo sonido acompañaban a los ingenios
ópticos usados para comunicar los distintos fuertes y desvelar al enemigo.
Desgraciadamente, sus sonidos carecían de valor en comparación al necesario
metal para su fundición en circunstancias bélicas, como pasó en la Guerra
Civil. Sin embargo, más perjudicial fue para su tradición la electrificación
llevada a cabo en el siglo XX. Esta medida supuso la muerte de un “lenguaje
sonoro” complejo que todos entendían, sustituido por otro de toques repetitivos
y simples que no tiene comparación con antaño, como me comentó en una ocasión mí
abuelo:
“A las campanas le
han quitado mucha fuerza”.
CAMPANARIOS, CAMPANAS Y SUS PAISAJES SONOROS
El municipio de Utiel ha
albergado numerosas torres-campanarios, espadañas o campaniles desde donde
resonaban los toques de las campanas. Algunas han desaparecido, como las que
había en la antigua espadaña del Convento de la Merced, en el Colegio
del Salvador o en las desaparecidas ermitas de San Juan, San Roque,
Santa Bárbara (que daba nombre al caserío de “El Campanillo” en Cabañas), San
Gregorio, San Sebastián, San Agustín, etc. A pesar de ello, aún quedan en la
actualidad un total de 30 campanas distribuidas en nueve templos religiosos
distintos a lo largo de todo el municipio.
Plano de la Villa de Utiel (1799), detalle del
Colegio del Salvador, Convento de la Merced e Iglesia de la Asunción, donde se
aprecian sus cuerpos de campanas.
El más importante de estos
contenedores de campanas es la Torre Nueva de la Iglesia de Santa María Nª
Sª de la Asunción. Con sus 45 metros de altura, es la más alta de la
comarca, y su silueta actúa como un pétreo faro que reafirma la ubicación de la
ciudad en todo el valle del río Magro. Su historia conocida se remonta a 1571,
cuando se refundió la única campana que sobrevivía de la antigua Torre Vieja,
en 1612 se rehízo la campana mayor, mientras en 1679 se bendecían cuatro
campanas bajo el nombre de Angelita, María la Asunción “la vieja”, Manolón “el
campeón”, María de los Remedios “la nueva” y el Zumbanillo, aunque recibirían
una nueva refundición en 1775. En la linterna que corona la estructura todavía está
la “Campana de horas” de 1738. En la actualidad, se encuentran las
campanas de 1939: María de Asunción, Nuestra Señora del Remedio, Santo
Cristo (popularmente “Manolón” y refundida en 2003), Beato Francisco
Gálvez Iranzo (descolgada) -todas ella realizadas por los hermanos Roses de
Silla (Valencia)-. A las que se añaden el Zumbanillo Menor o “Campana de
los cuartos” de 1949 -fundida por la empresa catalana Cronos-, y el Zumbanillo
Mayor de 1961 - fundidor vasco Murua-.
“Campana de las Horas” de 1738, y sala de campanas de la Torre Nueva de
la Asunción
Colocación de campanas en
2003, campana descolgada del Beato Gálvez de 1939 y la campana electrificada
María de la Asunción, también de 1939.
En la Iglesia de San Antonio
de La Torre encontramos la campana “Ave María”, de alrededor de 1680.
Es la más antigua del término municipal de Utiel y la tercera de toda la
comarca, tan solo superada por las campanas asentadas en los campaniles de las
ermitas de La Loberuela y Los Pedrones, de 1648 y 1670 respectivamente. En la
otra torre cuyos toques de campanas están registrados, la Iglesia de San
Pedro Apóstol de Los Corrales, existen en el Campanillo la campana llamada “La
Pequeña” de 1829. En el cuerpo inferior están el “Pedro” (San Pedro Apóstol de
1829), la “Tomasa” de 1884 -de Jaime Roses-, “De Horas” y el “Jaime” (San
Jaime) de 1919 -ambas de Vicente Domingo Roses Soler -. En la Iglesia de San
José de Las Casas, destaca la campana “San José” de 1893 -Manuel Quiles-,
de 1940 “María Inmaculada” y “San José” -Hermanos Roses de Silla-, y de 2017 el
“Sagrado Corazón de Jesús” -de la empresa cántabra Hermanos Portilla-. En la Iglesia
de la Virgen de Loreto de Las Cuevas encontramos “María” de 1877 y “Del
Señor” de 1944. Por último, en la espadaña del Santuario a la Virgen del
Remedio está “Conchita” de 1915, de la década 1970 existen dos campanas -de
Germán Roses, de Atzeneta d´Albaida-, más otras cuatro campanas fechadas en
1984 -de Salvador Manclús-.
Romería y volteo de campanas a la Virgen del
Remedio, 1985 y 2022.
Desde todos estos lugares se
construyó una forma de entender el espacio generando singulares paisajes
sonoros de variopinta distribución. Desde las campanas de Utiel y las más
“pobres” de las aldeas se trasmitía sonidos que se propagaban, en función del
viento, por todo el entorno circundante, marcando la cultura popular.
LOS TOQUES DE CAMPANAS
TRADICIONALES Y SUS SIGNIFICADOS
La campana fue un instrumento
dedicado a la vida en comunidad, dependiendo el número y la complejidad de las
mismas en función al tamaño del núcleo urbano. No obstante, indiferentemente al
tipo de población, los toques marcaban el ritmo de vida a través de toda una
serie de códigos sonoros expresados mediante campanadas, repiques y volteos.
Tonadas tan solo inteligibles por los ciudadanos del lugar y que diferían
sustancialmente de pueblo a pueblo, pues debido al aprendizaje oral, la pericia
del campanero u otras circunstancias, las versiones más comunes estaban repletas
de pequeños matices que cambiaban las melodías e incluso los significados.
El más antiguo registrado es el “toque
de la queda”, conocido desde el siglo XV. Se anunciaba con una campana
homónima indicando el inminente cierre de las puertas de la muralla, estando
prohibido el libre tránsito por las calles tras el toque a no ser que llevaras
“candela encendida y sin arma alguna”. Por aquel entonces sonaba de 9 a
10 en invierno y de 10 a 11 de la noche en verano. Con el paso del tiempo
evolucionaría al “toque de queda, arrebató o fuego” para avisar
incendios, epidemias, guerras, etc. Con un sonido similar por el volteo
incesante y rápido que lo caracterizaba, estaba el “toque de nublo”, que
anunciaba cuando se aproximaban un “nulao” o nublado que amenazaba con una
catástrofe climatológica. Aunque parece ser que originariamente, según el cronista
José Luis Martínez, se realizaba a las once de la mañana, y servía para
advertir a las mujeres de la proximidad del mediodía, momento de dar la última
vuelta a los pucheros antes de llevar la comida al “tajo” donde el marido e
hijos mozos faenaban en el campo.
Campana “Ave María” (1680) de La Torre de Utiel.
Campana "Pedro" (1829) de Los Corrales de Utiel.
Campana"San José" (1893) de Las Casas de Utiel
Además, sabemos que se tañían los
tres “toques de misa diarios”, los “toques a misa” (destinada a
domingos y días festivos), “Alzar a Dios” para la consagración, los “toques
de ánimas” para recordar a los difuntos y en las vísperas el “toque a
fiesta mayor”. Los distintos toques horarios, que marcaban las horas
del día, aunque el campesino prefería guiarse por el calendario solar a través
de la utilización del Pico Ranera o el Pico Almansa como indicadores. No obstante, con este papel en el control y
gestión del tiempo, especialmente en la ciudad, sí tenían importancia los “toques
de Ángelus o de campanas diarios”, que se dividían en tres: el “toque de
Maitines” al amanecer, el “toque de Ángelus” al mediodía y el “toque de
Oración” al anochecer.
Por último, debemos hablar de los
“toques de muerto, de clamor, entierro de parroquia o sobrehueca”, los
cuales se dividían en distintos tipos en función al tiempo empleado y las
campanas usadas, y que servía para distinguir la clase social del fallecido: “Solemnísimo”,
“Doble”, “Parroquial o Sencillo”, “cabildo”, “medio cabildo” y “por
Dios”. Los primeros eran para las personas de estatus socio-económico
elevado, por esa razón cuando fallecía alguna personalidad ilustre o rica se
decía “hay mucho campaneo”, mientras el último estaba destinado a los pobres de
solemnidad, que no tenían dinero ni para costearse el “atabú” o ataúd.
La complejidad de estas tonadas también diferenciaba el género (hombre o mujer)
o si era un niño pequeño, el afligido “toque de Gloria”.
LOS ÚLTIMOS CAMPANEROS DE UTIEL
La figura del campanero era imprescindible,
al ser el único que conocía las campanas, sus sonidos, sus utilidades y como
usarlas. Definiendo una música muy fácil de reconocer entre los distintos
pueblos, y que podía generar verdaderos desastres cuando alguien que no
entendía la complejidad, se ponía a tocar las campanas. No serían pocas las
ocasiones que los curas nuevos, totalmente desconocedores en la materia,
comenzaban a tocar para realizar una misa ordinaria las campanas de muertos,
generando la sorpresa y desconcierto entre una comunidad que reconocía al
instante el mensaje que entonaba esa campana y que no se atendía a la realidad
o mensaje que querían trasmitir. Desgraciadamente, conocemos pocos nombres de campaneros
utielanos, como Álvaro Laparra, que en 1831 cobraba diez reales de la
Real Cofradía de San Isidro por tocar las campanas la víspera y día del santo,
o Francisco Madrigueras, campanero a finales del siglo XIX.
La figura del campanero y su
saber es de suma importancia para entender los toques y significado de las
campanas. Por esa razón, merecen nuestro reconocimiento las labores realizadas
entre 1983 y 1985 por los etnógrafos Fermín Pardo, Rosa J. Cañada, Marí Carmen
Álvaro y Francesc Llop i Bayo. Dando para las generaciones futuras una completa
colección de audios y vídeos que recogen la información recopilada a los dos
últimos campaneros del municipio de Utiel.
Antonio Ferrer Mascarrel “El
Blanquillo”
Miembro de una familia formada
por seis hermanos, tres de ellos “blancos” o alvinos que daba el sobrenombre de
“El Blanquillo”. Antonio Ferrer fue el sacristán de la Iglesia de la Asunción
de Utiel hasta la electrificación de las campanas. Trasmitiendo los toques que
conocía frente a una cámara en la Torre Nueva en agosto de 1983. Interpretó un
total de ocho toques distintos: “A misa mayor”, “A fiesta mayor”, “Ángelus
de la mañana”, “Ángelus de a mediodía”, “Ángelus de la noche y Ánimas”,
“Entierro de parroquia” y “Toque de fuego”. Sin duda, un documento
visual y sonoro de extraordinaria valía.
Antonio Ferrer Mascarrel “El Blanquillo” tocando manuelamente una campana
en 1985
Consuelo Abellán García de Los Corrales
Aprendió de su padre Vitoriano
Abellán Pérez, para excusarlo cuando ya era viejo, continuando su labor hasta
1985, momento en que fue entrevistada, describiendo los toques tradicionales,
sus experiencias vividas y su valor personal. Ella afirmó que cuando tocaba las
campanas le parecía “que le oían Dios, la Virgen y todos los santos”, una
emotividad que trasmite esa concepción de la campana como nexo de unión entre
el creyente y la divinidad. Comento el “Toque de Ángelus” de mañana, a
mediodía y noche, el “Toque de Almas” a las 11 de la noche, el “Toque
de Almas de Todos los Santos”, los tres “toques de misa”, el “Alzar
a Dios”, el “Toque de fuego” para que acudiera la gente a apagarlo,
el “repique y volteo de vísperas de fiestas”, un volteo que “parecía
de catedral de bonito” según Consuelo, y el “volteado de Gloria de
Jueves Santo”. También comentó la existencia de dos carracas para
Semana Santa y complejos “toques de muertos”, que diferenciaba entre
hombres y mujeres. Además, en función del pago dado por la familia podía ser
más o menos ostentoso. En Los Corrales existía el “sencillo” (por 10
duros se tocaba al dar el aviso y en el entierro) y el “doble” (por 20
duros se hacía tres toques en la mañana, mediodía y noche, otro en el entierro,
y otras cuatro en las misas dedicadas al difunto). Para los niños menores de 7
años estaba destinado el “toque afinao”.
Iglesia y campanario de San
Pedro Apóstol de Los Corrales.
CONCLUSIONES
Es curioso ser consciente que las
campanas producen los únicos sonidos que traspasan siglos. Esto es así
porque es uno de los pocos instrumentos que no modifica su resonancia con el
paso del tiempo. Por ello, si escucháramos una campana histórica, como la
“Campana de las horas” de 1738 o “Ave María” de 1680, estaríamos oyendo
el mismo sonido escuchado por nuestros antepasados en los siglos XVIII y XVII.
Son en consecuencia la única voz que nos resta del pasado, ante la falta
de otros medios para saber que percibían los oídos de sociedades de otros
tiempos.
Al margen de esta particularidad,
el conjunto de los conocimientos, las técnicas y las emociones transmitidas a
través de los toques es un patrimonio inmaterial de alto valor para Utiel y su
Tierra. Así lo ha reconocido el Gobierno de España y más recientemente la
UNESCO, que este 30 de noviembre de 2022, ha declarado el toque manual de
campana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Las recopilaciones orales de los
dos últimos campaneros de Utiel han permitido conservar para las generaciones
futuras parte de este simbólico arte que nos ha definido como utielanos durante
siglos. En nuestras manos está valorar los volteos de campanas en Utiel,
para la Virgen del Remedio o San Pedro de Los Corrales, de recuperar los toques
tradicionales y reimpulsar fiestas históricas como la Noche de Santa Águeda
aprovechando la próxima reapertura de la Iglesia de la Asunción. En mi opinión,
este es un saber que no debe caer en el olvido, como dijo Consuelo Abellán:
“A mí me parece
que las campanas no pueden desaparecer, oye, pues si desaparecen las campanas
ya ha desaparecido todo”.
Volteo de campanas en Los Corrales de Utiel
PARA SABER MÁS:
BALLESTEROS VIANA, Miguel (1899).
Historia y anales de la muy leal, muy noble y fidelísima villa de Utiel,
Valencia, Imprenta de «El Correo de Valencia».
GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlo Javier
(2019). “El Lenguaje de las campanas en Utiel y su Tierra”. Libro de Feria y
Fiestas en Honor a la Virgen del Remedio. p. 52-55.
LATORRE ZACARES, Ignacio (2016).
“Campanas de Venta del Moro”. Fiestas en honor a la Stma. Virgen de Loreto
del 3 al 11 de diciembre de 2016 Venta del Moro. Venta del Moro,
Ayuntamiento.
LLOP I BAYO, Francesc (1988). “Toques
de campanas y otros rituales colectivos para alejar las tormentas”. Fiestas
y liturgia: actas del coloquio celebrado en la Casa de Velázquez / coord.
por Alfonso de Esteban Alonso, Jean Pierre Etienvre, págs. 121-134
LLOP I BAYO, Francesc; MARTÍNEZ
ROIG, Eliseo (2016). “València, campanes i campaners. Un patrimoni viu per a un
territori viu”. València, quan la ciutat aplega a l'horta, págs. 165-169
LÓPEZ MARÍN, Mariano. “Los toques de campanas en
Salvacañete”. Ver:
PARROQUIA
DE SALVACAÑETE: LOS TOQUES DE CAMPANAS EN SALVACAÑETE
(mlopezmarinmiparroquia.blogspot.com)
MARTÍNEZ MARTÍNEZ, José Luis
(2018). “Las campanas de mi pueblo”. Utielanias: Cuaderno Cultural, n.
19, p. 46-48
MARTÍNEZ ORTIZ, José. (1983). Utiel:
gentes, hechos y modos de vida, Ayuntamiento de Utiel, Utiel.
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