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viernes, 2 de diciembre de 2022

EL LENGUAJE DE LAS CAMPANAS. COMUNICACIÓN Y SIMBOLISMO EN LOS TOQUES DE UTIEL Y SUS ALDEAS

 

EL LENGUAJE DE LAS CAMPANAS

 COMUNICACIÓN Y SIMBOLISMO EN LOS TOQUES DE UTIEL Y SUS ALDEAS

El conjunto de los conocimientos, las técnicas y las emociones transmitidas a través de los toques es un patrimonio inmaterial de alto valor para Utiel y su Tierra. Así lo ha reconocido el Gobierno de España y más recientemente la UNESCO, que este 30 de noviembre de 2022, ha declarado el toque manual de campana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Carlos J. Gómez Sánchez

En la cultura occidental europea, profundamente marcada por el cristianismo, las campanas han sido un instrumento de Dios al servicio de la comunidad, un punto de unión entre lo celestial y lo terrenal. Una forma de comunicación bidireccional entre la divinidad y sus creyentes, que podían sonar para pedir la protección sobrenatural por alguna calamidad o para exigir la devoción de los fieles convocandos, a misas u oraciones. No obstante, los toques de campana darían paso a un complejo lenguaje muy útil para informarse entre los propios vecinos. Una forma de comunicación que durante siglos definió los sonidos que se escuchaban en la Meseta de Utiel, el cual actualmente, somos incapaces de imaginar. Esperamos que las siguientes líneas ayuden a entender y poner en valor este rico patrimonio inmaterial, perdido parcialmente, pero no olvidado.



                                             Antonio Ferrer “El Blanquillo”, ultimo campanero de Utiel.

EL PAPEL DE LA CAMPANA EN LA HISTORIA LOCAL Y LAS FIESTAS TRADICIONALES

En Utiel, el uso moderno de las campanas se introduce en el siglo XIII con la conquista castellana, aunque desconocemos la datación exacta y trayectoria de esos primeros toques trasmitidos desde la Torre Vieja de la Iglesia de Santa María. No obstante, sí podemos afirmar que es en estos momentos cuando el instrumento se vuelve indispensable en la vida, tanto religiosa como civil de la villa amurallada. Al ser uno de los medios más prácticos para trasmitir públicamente diversas emociones (aviso ante un peligro, alegría en las fiestas, tristeza frente a la muerte) e incluso ideas abstractas, a priori, difíciles de interpretar.

Durante toda la Baja Edad Media, los hommes buenos y todos los avecinados de Utiel (incluido mujeres viudas en representación de su familia) se reunían en la Plaza Mayor del Ayuntamiento o en el interior de la antigua Iglesia de Santa María para participar en los “Concejos Abiertos”. Unos debates asamblearios donde se decidían las cuestiones más importantes de la villa y que eran avisados con antelación al son de las campanas, o como se decía: “reunirse a toque de campana tañida”.


Representación de la Villa Amurallada de Utiel, por Bernardo de Oviedo (1565), aparecen la Torre Vieja y Nueva de la Iglesia de Utiel.

En lo festivo, las primeras noticias giran alrededor del año 1500, cuando Ballesteros Viana narra que entre las “viejas costumbres piadosas” de la villa existía la Noche de Santa Águeda, la cual estaba “amenizada con el toque de campanas que duraba hasta el amanecer”. Esta arcaica celebración aún pervive en algunas poblaciones españolas con particularidades que merecen una investigación propia. En Iruecha (Soria), la tradición es protagonizada por los jóvenes casados que acababan de tener un hijo o les faltaba poco, repicando las campanas con la compañía de sus mujeres para pedir la protección de sus pechos y así poder amamantar sanamente a sus vástagos. En Muro de Aguas, Valdeperillo, Santa Eulalia Somera, Bergasa o Robres del Castillo (La Rioja), las mujeres acudían al campanario a voltear las campanas e invocar a la Santa protección y salud en los senos. Por su parte, en zonas de Navarra, la costumbre antigua era que los mozos y mozas pasaran la noche, o parte de ella, tañendo las campanas, labor que era pagada por la Iglesia o el Concejo, y que servía para protegerse todo el año de incendios y tormentas en el campo. Motivo este último, al cual podría hacer alusión Ballesteros Viana en su referencia a la Noche de Santa Águeda utielana.

No obstante, el uso de las campanas en las fiestas históricas de Utiel va mucho más allá. Sabemos que todas ellas sonaban para San Antón, San Blas, el patrocinio de San José, Pentecostés, Corpus Christi, San Miguel, San Isidro, San Juan, la Virgen de las Medinas o de Agosto (la Asunción), etc. En Las Máscaras, el antiguo carnaval utielano, era obligatorio quitarse las caretas de lo disfraces y descubrirse cuando sonaba el “toque de Ángelus” al ocaso. En la Pascua Florida o Semana Santa destacaba los matices según el día, la procesión o el acto, en especial en el volteo realizado la mañana del Domingo de Resurrección y que acompañaba la quema de los Judas. Aunque tampoco debemos olvidar sus simbólicos silencios entre la Gloria de Jueves Santo y la misa de Resurrección, sustituyendo las campanas por la carraca, instrumento de percusión en madera que producía un ruido seco. Las campanas también eran fundamentales en los ritos de transición entre la niñez y la madurez, destacando las fiestas de los Quintos, pues eran volteadas por los jóvenes, incluso arriesgándose al salir al vacío mientras las movían. Por último, no podemos olvidar su papel en las Fiestas Mayores de la Virgen del Remedio desde el siglo XVI. Pues al salir la imagen de la ermita, se volteaban las campanas de la espadaña, al ser avistada la romería en las Oliveras de Monares, comenzaba el “toque de recibimiento”, y al llegar a Utiel, así como en su día grande el 8 de septiembre, desde la Torre Nueva de la Iglesia se realizaba el volteo general con una gran matraca de fuertes sonidos acompañado por el disparo de fuegos artificiales.

También acompañaron día tras día a multitud de generaciones.  Los repiques y toques habituales marcaban las rutinas diarias: el momento a las mujeres para “echar la patata al guiso”, la salida de los niños del colegio o la hora que la gente debía retirarse a sus casas cuando oscurecía. Asimismo, nos informaba en los grandes eventos de nuestra historia. En tiempos de guerras avisaban de las amenazas contempladas desde el horizonte. Así ocurrió en la III Guerra Carlista, cuyo sonido acompañaban a los ingenios ópticos usados para comunicar los distintos fuertes y desvelar al enemigo. Desgraciadamente, sus sonidos carecían de valor en comparación al necesario metal para su fundición en circunstancias bélicas, como pasó en la Guerra Civil. Sin embargo, más perjudicial fue para su tradición la electrificación llevada a cabo en el siglo XX. Esta medida supuso la muerte de un “lenguaje sonoro” complejo que todos entendían, sustituido por otro de toques repetitivos y simples que no tiene comparación con antaño, como me comentó en una ocasión mí abuelo:

“A las campanas le han quitado mucha fuerza”.

CAMPANARIOS, CAMPANAS Y SUS PAISAJES SONOROS

El municipio de Utiel ha albergado numerosas torres-campanarios, espadañas o campaniles desde donde resonaban los toques de las campanas. Algunas han desaparecido, como las que había en la antigua espadaña del Convento de la Merced, en el Colegio del Salvador o en las desaparecidas ermitas de San Juan, San Roque, Santa Bárbara (que daba nombre al caserío de “El Campanillo” en Cabañas), San Gregorio, San Sebastián, San Agustín, etc. A pesar de ello, aún quedan en la actualidad un total de 30 campanas distribuidas en nueve templos religiosos distintos a lo largo de todo el municipio.

 Plano de la Villa de Utiel (1799), detalle del Colegio del Salvador, Convento de la Merced e Iglesia de la Asunción, donde se aprecian sus cuerpos de campanas.

El más importante de estos contenedores de campanas es la Torre Nueva de la Iglesia de Santa María Nª Sª de la Asunción. Con sus 45 metros de altura, es la más alta de la comarca, y su silueta actúa como un pétreo faro que reafirma la ubicación de la ciudad en todo el valle del río Magro. Su historia conocida se remonta a 1571, cuando se refundió la única campana que sobrevivía de la antigua Torre Vieja, en 1612 se rehízo la campana mayor, mientras en 1679 se bendecían cuatro campanas bajo el nombre de Angelita, María la Asunción “la vieja”, Manolón “el campeón”, María de los Remedios “la nueva” y el Zumbanillo, aunque recibirían una nueva refundición en 1775. En la linterna que corona la estructura todavía está la “Campana de horas” de 1738. En la actualidad, se encuentran las campanas de 1939: María de Asunción, Nuestra Señora del Remedio, Santo Cristo (popularmente “Manolón” y refundida en 2003), Beato Francisco Gálvez Iranzo (descolgada) -todas ella realizadas por los hermanos Roses de Silla (Valencia)-. A las que se añaden el Zumbanillo Menor o “Campana de los cuartos” de 1949 -fundida por la empresa catalana Cronos-, y el Zumbanillo Mayor de 1961 - fundidor vasco Murua-.


 

“Campana de las Horas” de 1738, y sala de campanas de la Torre Nueva de la Asunción

Colocación de campanas en 2003, campana descolgada del Beato Gálvez de 1939 y la campana electrificada María de la Asunción, también de 1939.

En la Iglesia de San Antonio de La Torre encontramos la campana “Ave María”, de alrededor de 1680. Es la más antigua del término municipal de Utiel y la tercera de toda la comarca, tan solo superada por las campanas asentadas en los campaniles de las ermitas de La Loberuela y Los Pedrones, de 1648 y 1670 respectivamente. En la otra torre cuyos toques de campanas están registrados, la Iglesia de San Pedro Apóstol de Los Corrales, existen en el Campanillo la campana llamada “La Pequeña” de 1829. En el cuerpo inferior están el “Pedro” (San Pedro Apóstol de 1829), la “Tomasa” de 1884 -de Jaime Roses-, “De Horas” y el “Jaime” (San Jaime) de 1919 -ambas de Vicente Domingo Roses Soler -. En la Iglesia de San José de Las Casas, destaca la campana “San José” de 1893 -Manuel Quiles-, de 1940 “María Inmaculada” y “San José” -Hermanos Roses de Silla-, y de 2017 el “Sagrado Corazón de Jesús” -de la empresa cántabra Hermanos Portilla-. En la Iglesia de la Virgen de Loreto de Las Cuevas encontramos “María” de 1877 y “Del Señor” de 1944. Por último, en la espadaña del Santuario a la Virgen del Remedio está “Conchita” de 1915, de la década 1970 existen dos campanas -de Germán Roses, de Atzeneta d´Albaida-, más otras cuatro campanas fechadas en 1984 -de Salvador Manclús-.

  Romería y volteo de campanas a la Virgen del Remedio, 1985 y 2022.

Desde todos estos lugares se construyó una forma de entender el espacio generando singulares paisajes sonoros de variopinta distribución. Desde las campanas de Utiel y las más “pobres” de las aldeas se trasmitía sonidos que se propagaban, en función del viento, por todo el entorno circundante, marcando la cultura popular.


LOS TOQUES DE CAMPANAS TRADICIONALES Y SUS SIGNIFICADOS

La campana fue un instrumento dedicado a la vida en comunidad, dependiendo el número y la complejidad de las mismas en función al tamaño del núcleo urbano. No obstante, indiferentemente al tipo de población, los toques marcaban el ritmo de vida a través de toda una serie de códigos sonoros expresados mediante campanadas, repiques y volteos. Tonadas tan solo inteligibles por los ciudadanos del lugar y que diferían sustancialmente de pueblo a pueblo, pues debido al aprendizaje oral, la pericia del campanero u otras circunstancias, las versiones más comunes estaban repletas de pequeños matices que cambiaban las melodías e incluso los significados.

El más antiguo registrado es el “toque de la queda”, conocido desde el siglo XV. Se anunciaba con una campana homónima indicando el inminente cierre de las puertas de la muralla, estando prohibido el libre tránsito por las calles tras el toque a no ser que llevaras “candela encendida y sin arma alguna”. Por aquel entonces sonaba de 9 a 10 en invierno y de 10 a 11 de la noche en verano. Con el paso del tiempo evolucionaría al “toque de queda, arrebató o fuego” para avisar incendios, epidemias, guerras, etc. Con un sonido similar por el volteo incesante y rápido que lo caracterizaba, estaba el “toque de nublo”, que anunciaba cuando se aproximaban un “nulao” o nublado que amenazaba con una catástrofe climatológica. Aunque parece ser que originariamente, según el cronista José Luis Martínez, se realizaba a las once de la mañana, y servía para advertir a las mujeres de la proximidad del mediodía, momento de dar la última vuelta a los pucheros antes de llevar la comida al “tajo” donde el marido e hijos mozos faenaban en el campo.

Campana “Ave María” (1680) de La Torre de Utiel.


  Campana   "Pedro" (1829) de Los Corrales de Utiel.



                                                               Campana"San José" (1893) de Las Casas de Utiel


Además, sabemos que se tañían los tres “toques de misa diarios”, los “toques a misa” (destinada a domingos y días festivos), “Alzar a Dios” para la consagración, los “toques de ánimas” para recordar a los difuntos y en las vísperas el “toque a fiesta mayor”. Los distintos toques horarios, que marcaban las horas del día, aunque el campesino prefería guiarse por el calendario solar a través de la utilización del Pico Ranera o el Pico Almansa como indicadores.   No obstante, con este papel en el control y gestión del tiempo, especialmente en la ciudad, sí tenían importancia los “toques de Ángelus o de campanas diarios”, que se dividían en tres: el “toque de Maitines” al amanecer, el “toque de  Ángelus” al mediodía y el “toque de Oración” al anochecer.

Por último, debemos hablar de los “toques de muerto, de clamor, entierro de parroquia o sobrehueca”, los cuales se dividían en distintos tipos en función al tiempo empleado y las campanas usadas, y que servía para distinguir la clase social del fallecido: “Solemnísimo”, “Doble”, “Parroquial o Sencillo”, “cabildo”, “medio cabildo” y “por Dios”. Los primeros eran para las personas de estatus socio-económico elevado, por esa razón cuando fallecía alguna personalidad ilustre o rica se decía “hay mucho campaneo”, mientras el último estaba destinado a los pobres de solemnidad, que no tenían dinero ni para costearse el “atabú” o ataúd. La complejidad de estas tonadas también diferenciaba el género (hombre o mujer) o si era un niño pequeño, el afligido “toque de Gloria”.

LOS ÚLTIMOS CAMPANEROS DE UTIEL

La figura del campanero era imprescindible, al ser el único que conocía las campanas, sus sonidos, sus utilidades y como usarlas. Definiendo una música muy fácil de reconocer entre los distintos pueblos, y que podía generar verdaderos desastres cuando alguien que no entendía la complejidad, se ponía a tocar las campanas. No serían pocas las ocasiones que los curas nuevos, totalmente desconocedores en la materia, comenzaban a tocar para realizar una misa ordinaria las campanas de muertos, generando la sorpresa y desconcierto entre una comunidad que reconocía al instante el mensaje que entonaba esa campana y que no se atendía a la realidad o mensaje que querían trasmitir. Desgraciadamente, conocemos pocos nombres de campaneros utielanos, como Álvaro Laparra, que en 1831 cobraba diez reales de la Real Cofradía de San Isidro por tocar las campanas la víspera y día del santo, o Francisco Madrigueras, campanero a finales del siglo XIX.

La figura del campanero y su saber es de suma importancia para entender los toques y significado de las campanas. Por esa razón, merecen nuestro reconocimiento las labores realizadas entre 1983 y 1985 por los etnógrafos Fermín Pardo, Rosa J. Cañada, Marí Carmen Álvaro y Francesc Llop i Bayo. Dando para las generaciones futuras una completa colección de audios y vídeos que recogen la información recopilada a los dos últimos campaneros del municipio de Utiel.


Antonio Ferrer Mascarrel “El Blanquillo”

Miembro de una familia formada por seis hermanos, tres de ellos “blancos” o alvinos que daba el sobrenombre de “El Blanquillo”. Antonio Ferrer fue el sacristán de la Iglesia de la Asunción de Utiel hasta la electrificación de las campanas. Trasmitiendo los toques que conocía frente a una cámara en la Torre Nueva en agosto de 1983. Interpretó un total de ocho toques distintos: “A misa mayor”, “A fiesta mayor”, “Ángelus de la mañana”, “Ángelus de a mediodía”, “Ángelus de la noche y Ánimas”, “Entierro de parroquia” y “Toque de fuego”. Sin duda, un documento visual y sonoro de extraordinaria valía.

 Antonio Ferrer Mascarrel “El Blanquillo” tocando manuelamente una campana en 1985

Consuelo Abellán García de Los Corrales

Aprendió de su padre Vitoriano Abellán Pérez, para excusarlo cuando ya era viejo, continuando su labor hasta 1985, momento en que fue entrevistada, describiendo los toques tradicionales, sus experiencias vividas y su valor personal. Ella afirmó que cuando tocaba las campanas le parecía “que le oían Dios, la Virgen y todos los santos”, una emotividad que trasmite esa concepción de la campana como nexo de unión entre el creyente y la divinidad. Comento el “Toque de Ángelus” de mañana, a mediodía y noche, el “Toque de Almas” a las 11 de la noche, el “Toque de Almas de Todos los Santos”, los tres “toques de misa”, el “Alzar a Dios”, el “Toque de fuego” para que acudiera la gente a apagarlo, el “repique y volteo de vísperas de fiestas”, un volteo que “parecía de catedral de bonito” según Consuelo, y el “volteado de Gloria de Jueves Santo”. También comentó la existencia de dos carracas para Semana Santa y complejos “toques de muertos”, que diferenciaba entre hombres y mujeres. Además, en función del pago dado por la familia podía ser más o menos ostentoso. En Los Corrales existía el “sencillo” (por 10 duros se tocaba al dar el aviso y en el entierro) y el “doble” (por 20 duros se hacía tres toques en la mañana, mediodía y noche, otro en el entierro, y otras cuatro en las misas dedicadas al difunto). Para los niños menores de 7 años estaba destinado el “toque afinao”.

 

Iglesia y campanario de San Pedro Apóstol de Los Corrales.




CONCLUSIONES

Es curioso ser consciente que las campanas producen los únicos sonidos que traspasan siglos. Esto es así porque es uno de los pocos instrumentos que no modifica su resonancia con el paso del tiempo. Por ello, si escucháramos una campana histórica, como la “Campana de las horas” de 1738 o Ave María” de 1680, estaríamos oyendo el mismo sonido escuchado por nuestros antepasados en los siglos XVIII y XVII. Son en consecuencia la única voz que nos resta del pasado, ante la falta de otros medios para saber que percibían los oídos de sociedades de otros tiempos.

Al margen de esta particularidad, el conjunto de los conocimientos, las técnicas y las emociones transmitidas a través de los toques es un patrimonio inmaterial de alto valor para Utiel y su Tierra. Así lo ha reconocido el Gobierno de España y más recientemente la UNESCO, que este 30 de noviembre de 2022, ha declarado el toque manual de campana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Las recopilaciones orales de los dos últimos campaneros de Utiel han permitido conservar para las generaciones futuras parte de este simbólico arte que nos ha definido como utielanos durante siglos. En nuestras manos está valorar los volteos de campanas en Utiel, para la Virgen del Remedio o San Pedro de Los Corrales, de recuperar los toques tradicionales y reimpulsar fiestas históricas como la Noche de Santa Águeda aprovechando la próxima reapertura de la Iglesia de la Asunción. En mi opinión, este es un saber que no debe caer en el olvido, como dijo Consuelo Abellán:

A mí me parece que las campanas no pueden desaparecer, oye, pues si desaparecen las campanas ya ha desaparecido todo”.


 Volteo de campanas en Los Corrales de Utiel

PARA SABER MÁS:

BALLESTEROS VIANA, Miguel (1899). Historia y anales de la muy leal, muy noble y fidelísima villa de Utiel, Valencia, Imprenta de «El Correo de Valencia».

GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlo Javier (2019). “El Lenguaje de las campanas en Utiel y su Tierra”. Libro de Feria y Fiestas en Honor a la Virgen del Remedio. p. 52-55.

LATORRE ZACARES, Ignacio (2016). “Campanas de Venta del Moro”. Fiestas en honor a la Stma. Virgen de Loreto del 3 al 11 de diciembre de 2016 Venta del Moro. Venta del Moro, Ayuntamiento.

LLOP I BAYO, Francesc (1988). “Toques de campanas y otros rituales colectivos para alejar las tormentas”. Fiestas y liturgia: actas del coloquio celebrado en la Casa de Velázquez / coord. por Alfonso de Esteban Alonso, Jean Pierre Etienvre, págs. 121-134

LLOP I BAYO, Francesc; MARTÍNEZ ROIG, Eliseo (2016). “València, campanes i campaners. Un patrimoni viu per a un territori viu”. València, quan la ciutat aplega a l'horta, págs. 165-169

LÓPEZ MARÍN, Mariano. “Los toques de campanas en Salvacañete”. Ver:

PARROQUIA DE SALVACAÑETE: LOS TOQUES DE CAMPANAS EN SALVACAÑETE (mlopezmarinmiparroquia.blogspot.com)

 

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, José Luis (2018). “Las campanas de mi pueblo”. Utielanias: Cuaderno Cultural, n. 19, p. 46-48

MARTÍNEZ ORTIZ, José. (1983). Utiel: gentes, hechos y modos de vida, Ayuntamiento de Utiel, Utiel.

 

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