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miércoles, 26 de febrero de 2025

JUEVES LARDERO UNA TRADICIÓN A RECUPERAR EN LOS COLEGIOS DE UTIEL

 

Carlos J. Gómez-Miota Sánchez 

Edición web :Mariano López Marin


Cada jueves previo al Miércoles de Ceniza, se acostumbraba en Utiel y en buena parte de la comarca celebrar el “Jueves Lardero”. En las siguientes líneas recordaremos esta antigua festividad histórica, que tuvo una enorme difusión en nuestro territorio, pero que, a medida que avanzaba el siglo XX, fue abandonándose, con la excepción de Venta del Moro. Una tradición que es imperativo recuperar por los valores que aporta a las nuevas generaciones: identidad rural, respeto por su entorno natural, aprecio por la gastronomía local, etc.


Niña lardeando en Utiel (1950) 

Jueves Lardero un, un rito gastronómico entre Carnaval y Cuaresma

El Jueves Lardero es una festividad popular de carácter gastronómico, donde se disfruta de los alimentos cárnicos antes de empezar la abstinencia de este tipo de productos por la Cuaresma, los cuarenta días de purificación exigidos por el cristianismo antes de empezar la Semana Santa. Esta naturaleza festiva la vincula estrechamente con los actos de carnaval, que también brindan la última oportunidad para festejar hasta el fin de la Pascua de Resurrección. Por lo tanto, Jueves Lardero supone celebrar la despedida de la carne dentro de las fiestas de Don Carnal y, de este modo, dar la bienvenida al período de privación que le iba a seguir bajo el estricto celo moral de Doña Cuaresma.

 La naturaleza alimenticia del rito se aprecia en la propia etimología de la palabra “lardero”, que deriva del latín lardum o lardium, con la que los romanos se referían al tocino o la manteca del cerdo. Como comentario, se puede mencionar que el término “lardo” hacía alusión genéricamente a la carne con magro y tocino de este animal, cuyos derivados eran muy abundantes en esos meses tras la “matanza del cerdo”. Este origen del término ha hecho pensar que la costumbre deriva de las antiguas fiestas paganas de las Saturnales, donde se hacían grandes banquetes repletos de carne y que constituían un antecedente a los carnavales. Aunque, sin duda, su simbolismo moderno deriva del sincretismo progresivo de las Saturnales con la fe cristiana, definiendo su identidad a medida que avanzaba la Edad Media.

 El Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz Arcipreste de Hita, justamente refleja el rito y la estrecha interacción entre el Carnaval, el Jueves Lardero y la Cuaresma en el medievo. En una parte de este célebre mester de clerecía del siglo XIV, se nos narra un relato alegórico de la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, donde Don Jueves Lardero dirige las tropas del primero. En realidad, se alude a la lucha de los ejércitos del monarca castellano Pedro I (D. Carnal), comandadas por el alférez mayor del rey, el infante Juan de Aragón (D. Jueves Lardero), contra las de la señora de Vizcaya, Juana Núñez de Lara (Dª Cuaresma), tratándose de una parodia de los cantares de gesta medievales a través de una analogía popular (Cáseda, 2022).

 No en todos los lugares se celebraba exclusivamente el jueves anterior al Miércoles de Ceniza. En 1611, Sebastián de Covarrubias, en su diccionario Tesoro de la lengua castellana o española, incluye los vocablos “lardo” (el gordo del tocino) y “lardar” (untar lo que se asa con el lardo), vinculándolos con las festividades de “Martes de Carnestolendas” o “Martes Lardero”. De hecho, en algunas lenguas cercanas como el portugués o el francés, el Martes de Carnaval se llama Terça-feira Gorda o Mardi Gras (Martes Graso o Gordo), en clara alusión a esto. No obstante, en el ámbito hispano, el “lardero” se interiorizó con el jueves, definiéndolo perfectamente el Diccionario de Autoridades de 1734:

 “Epitheto que se da al Jueves que antecede al Domingo de Carnestolendas. Pudo llamarse assí por ser este día en que regularmente abundan las cocinas de todo género de viandas, y se gasta más tocíno y manteca que en los ordinarios.” 


El combate entre don Carnal y doña Cuaresma, Pieter Brueghel el Viejo (1559).

 

Difusión territorial del Jueves Lardero

 Como acabamos de ver, los ritos gastronómicos asociados al consumo de carne antes de Cuaresma están relacionados con el Carnaval. Por lo tanto, existen multitud de culturas donde se vincula al Martes de Carnaval (Portugal, algunos países iberoamericanos, Francia, Países Bajos, Reino Unido, Bélgica, Suecia, etc.), aunque en la mayoría de estos casos, la parte alimenticia ha quedado opacada por la parte lúdica asociada a los disfraces. En cambio, en las tradiciones de Jueves Lardero, al estar dividido de “las máscaras”, el protagonismo sigue siendo acaparado por la comida, aunque en muchas ocasiones se considera el inicio de los carnavales.

En Europa, muy asociados a actos carnavalescos, encontramos en Alemania la “Weiberfastnacht” o en Italia el “Giovedì Grasso”, este último estrechamente vinculado con un dulce llamado “chiacchiere”. En Polonia tenemos el “Tłusty Czwartek”, donde la gente compra o hace sus pasteles favoritos, destacando los “pączki”, una especie de bollo de masa frita relleno de confitura u otro dulce y cubierto de azúcar molida. Sin embargo, es en España donde encontramos una costumbre más generalizada y asociada, obviamente, al ritual conocido en nuestro entorno. Una fiesta popular de socialización, estrechamente relacionada con una merienda en el campo, aunque la gastronomía varía mucho entre regiones.

En la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares es el “Dijous Llarder” o “Dijous Llarguer”, también conocido como “Dijous de Berenar” en algunos pueblos valencianos. En Sagunto y su área costera es tradicional comer la “pataqueta”, un bocadillo en forma de media luna que se rellena de tortilla de habas, tortilla de ajos tiernos, embutidos o fiambres. En Cataluña es llamado “Dijous Gras”, donde se celebra una comida informal entre amigos, en la que tiene gran relevancia el huevo, las butifarras y los “llardons” (chicharrones) a través de platos derivados. Los niños más pequeños suelen hacer una excursión escolar en la que se llevan un bocadillo de tortilla. En Villanueva y Geltrú se celebra la “Merengada”, donde se comen y tiran kilos de merengue. En Aragón, concretamente en Zaragoza y los pueblos del Ebro, se suele ir a las riberas del río a comer un bocadillo de longaniza. En Calatayud es típico comer “el palmo”, un trozo generoso de longaniza. En el Bajo Aragón se le conoce como “choricer” o “choricé”, siendo típico ir al monte a comer chorizo y choriceta. En el País Vasco, sus actos se han trasladado a San Blas, también al inicio de la Cuaresma. En Asturias se le conoce como “Jueves de Comadres”, donde las mujeres tradicionalmente abandonaban ese día las tareas de casa para salir a celebrar por separado su merienda con empanadas, pasteles, canciones y bebida.

.  Pączki polacos    

 Truita de botifarra d’ou, Cataluña  

 Chiacchiere, Italia

Pataqueta, Sagunto 


   Hornazos, Jaen    

 Hornazo relleno, Salamanca 
                                                   

….                                    

 En Castilla, la tradición del Jueves Lardero o “Jueves Merendero” todavía tiene un gran arraigo, casi siempre alrededor del “hornazo”, un pan amasado y cocido con huevos, chorizos u otros productos cárnicos. En la hermanada Cuenca es una costumbre muy arraigada, que, a pesar de la despoblación, ha demostrado ser capaz de adaptarse en cada pueblo para evitar su pérdida. Esa jornada es considerada un momento lúdico ideal para ir a pasar el día en el campo o para hacer alguna excursión a pie a algún paraje conocido, donde todos se juntan y aprovechan para comerse un hornazo, charlar, jugar y divertirse, independientemente del tiempo que haga. En La Mancha también se le conoce como “Día de la Mona” y es una de las fiestas más importantes de la ciudad de Albacete. En pueblos de Madrid y el Tajo Medio (Mejorada del Campo, Velilla de San Antonio y Fuentidueña de Tajo) es más conocido como “Día de la Tortilla”. En algunos pueblos de La Rioja (Santurde de Rioja y Santurdejo), los quintos hacen un “Judas” y recorren el pueblo pidiendo por las casas huevos, chorizo o dinero para, por la tarde, quemarlo en la plaza y, con lo recaudado, celebrar una merienda. En Andalucía y Murcia, además de Jueves Lardero, también se conoce como “Jueves Aladrero”, “Jueves Gordo” o “Día de las Merendicas”, siendo también el protagonista los hornazos.

  Jueves Lardero en Utiel y su comarca

 Como ya refleja el Libro de Buen Amor, la Castilla de Pedro I, monarca que en 1355 concedió el villazgo a Utiel, tenía completamente interiorizada la festividad del Jueves Lardero. Por lo tanto, aunque difícil de rastrear, es muy probable que la celebración ya estuviese presente en nuestra comarca de manera popular. Al igual que en Cuenca, contaba con una faceta muy similar a “correr la mona” tras Semana Santa, donde familiares y amigos participaban en una excursión al campo con una buena comilona. En este sentido, Jueves Lardero suponía el primer rito de celebración campestre con desenfreno culinario, que buscaba satisfacerse antes de la abstinencia que supondría la Cuaresma, donde participaba toda la sociedad local. Tras este evento, vendrían igualmente otras ocasiones para festejar de manera todavía más efusiva, por ejemplo, los distintos días de la “Pascua de Monas”: Sábado, Domingo, Lunes y Martes de Pascua, más el apéndice que suponía el “Domingo Quasimodo”. Sin olvidar el Entierro de la Sardina, que en Utiel estaba estrechamente asociado al barrio del Castillo y que daba carpetazo final a este periodo del año.

 

Familia y amigos “corriendo la mona” con excursión campestre, Utiel (1950)


Familia y amigos “corriendo la mona” con excursión campestre, Utiel (1950)


En este contexto, Jueves Lardero se trataba de la costumbre más sencilla de este calendario festivo, repitiéndose este rito en la Pascua de Monas. Sin embargo, progresivamente este carácter general de la fiesta fue abandonado, dejando de participar toda la sociedad local para contar con un papel íntimamente asociado con los niños y el sistema educativo. En la comarca, la única población donde la tradición mantuvo este significado hasta el siglo XX fue Caudete de las Fuentes. En este pueblo se le llamaba indistintamente “Jueves Lardero” o “Jueves Gordo”, siendo considerado como un día plenamente festivo. Se celebraba una merienda en el campo en familia o en cuadrillas de amigos, acudiendo en carro a la Casilla del Cura, la Casa de Enguídanos, el Tormillo, la Casa Doñana y la Casilla de Cárcel (García, 1993).

En el resto de la comarca, Jueves Lardero se transformó en una excursión escolar la tarde del jueves o en algún día próximo. Cada niño o niña iba en compañía de sus profesores a merendar a algún paraje cercano, originariamente con una mona u hornazo. Esto suponía grandes cambios respecto a la visión original, pues en este caso la comida bucólica alcanzaba exclusivamente un carácter infantil. Una situación donde la chiquillería salía de la rutina escolar y así tenía un día de convivencia más distendida entre maestros y alumnos. Este planteamiento contaba con mayor arraigo en la villa de Utiel, el cual seguramente hunde sus raíces en el siglo XVI, con la fundación del Colegio del Salvador en 1571 por el conocido canónigo Gonzalo Muñoz Iranzo.

 

Niños jugando en el campo. Izquierda: Pedro Núñez de Villavicencio (1694). Derecha: Francisco de Goya (1791-92)

 Así pues, durante la primera mitad del siglo XX, en Utiel Jueves Lardero consistía en una festividad exclusivamente organizada desde los colegios de la localidad. Nos referimos a las “Escuelas Pías”, en funcionamiento en el Convento-Hospicio de San Francisco desde 1868, y Santa Ana, establecida en 1897 dentro del antiguo Convento de la Merced. Esa semana había sido lectiva, incluida la mañana del jueves, mientras que por la tarde los niños y niñas hacían una excursión escolar acompañados por los maestros. Los niños, llevando cada uno un “taleguillo” con sus viandas, se dirigían a parajes cercanos a Utiel. Los franciscanos menores conventuales, que rigieron las Escuelas Pías entre 1951-1979, solían ir a La Noria o al Alto de San Agustín, mientras que las monjas de Santa Ana iban a varios puntos de la vega del río Magro, como en el desaparecido Puente de Palo por El Batanejo o La Fuente, más conocido ahora como Paseo de la Alameda. Aunque el lugar más importante era sin dudarlo El Palomar, desde donde se disponía de hermosas vistas de la ciudad y sus huertas históricas, a poco más de medio kilómetro del colegio. Esto suponía una gran diferencia respecto a “correr la mona” en Pascua, donde montados en carro o andando, el viaje se distanciaba bastante de la ciudad hasta parajes como El Vicario, la Casa Don Ángel, La Cubera, Los Mancebones, la Casa Medina o El Remedio.

Antes de la Guerra Civil, los niños de Utiel tenían tiempo para cantar y jugar a la comba, al corro y demás juegos colectivos. Por supuesto, también comer la mona u hornazo bajo algún árbol de “sesteo”, ideal para resguardarse del sol o la lluvia, dependiendo del tiempo que hiciera. Para muchas niñas era día de estreno de un vestido o alguna otra prenda, el “ato”, y solían acudir adornando su cabeza con grandes lazos realizados con papel de seda. Además, algunas madres entregaban a su hijo un pequeño obsequio para el maestro, que correspondía con las posibilidades económicas de la familia. A cambio del regalo, el maestro le daba unos caramelos al niño y le deseaba que pasara un buen Jueves Lardero.

“Correr Jueves Lardero” en Utiel se mantendría hasta finales de la década de 1950 de la mano de las monjas de Santa Ana. En esas últimas celebraciones, participaban todas las niñas, desde los 4 a los 14 años, siendo acompañadas por cuatro monjas que previamente habían pedido permiso al dueño de El Palomar. Esta era una vivienda que había reutilizado los muros de la todavía conservada torre islámica de Benasén, a apenas 600 metros del colegio por el camino del Batanejo cruzando el Magro por el Puente de Palo. Esa tarde las monjas se quedaban en El Palomar, en lo alto de la colina, mientras las niñas jugaban y merendaban junto a la carrasca y pinada de árboles monumentales que la rodean. La comida que se traían ya no se trataba de los característicos monas u hornazos, ya reservados para Pascua, sino que cada madre les preparaba el “avío” que viera oportuno, por lo general un bocadillo.

 

 Informadoras Antonia Martínez y Remedios Guerrero en El Palomar (Torre de Benasén), quienes celebraron Jueves Lardero cuando eran niñas en las décadas de 1940-1950, con la compañía de las monjas del Colegio de Santa Ana.

 En el resto de poblaciones, el rito no difería mucho a lo visto en Utiel, disfrutando de una merienda en el campo. En Las Casas y Los Corrales, los niños de ambos colegios se reunían y acudían a la Fuentecilla, a los pies de la Sierra Bicuerca. En Venta del Moro, los chicos de la escuela iban a pasar el día en el campo, en la Casa Nueva, bajo la atención del maestro don Victorio, en compañía paralela de las niñas bajo la recta dirección de la maestra doña Salvadora (Yeves, 1997). En Hortunas, el rito gastronómico e infantil del “Jueves Lardero” se había trasladado a San Blás, acudiendo los niños a la escuela por la mañana y al salir, las madres les daban los alimentos para comer en el campo (Pardo, 2018: 336). En todos estos casos, el enfoque escolar de Jueves Lardero estaba estrechamente relacionado con la figura del profesorado, por lo que su realización dependía en última instancia de la voluntad del maestro o maestra. Por esa razón, en muchas poblaciones, a pesar del carácter general de la fiesta, no tenemos constancia oral de su realización, como son los ejemplos de Villargordo del Cabriel, Fuenterrobles, Camporrobles, Sinarcas, San Antonio, Los Isidros, etc.

 Jueves Lardero en la Provincia de Cuenca

 El rito de Jueves Lardero en el Altiplano de Utiel-Requena sin duda tiene una raíz común con los vecinos pueblos de Cuenca, a cuyo obispado pertenecimos hasta 1957, por lo que es imposible no hablar de ellos. Ese día existe la costumbre de salir con los amigos a “lardear” al campo, también desde los colegios, generalmente parajes cercanos y relativamente bien acondicionados, para allí pasarlo bien, jugando y comiendo durante todo el día. La gastronomía es muy similar, protagonizada por el hornazo, aunque también tiene una gran presencia las tajadas de la orza, los chorizos y los huevos, especialmente en forma de bocadillo de tortilla con chorizo. Todo esto lo refleja muy bien algunas de sus coplas: “El jueves lardero, hornazo, tajá y huevo” o “Para jueves lardero, pan, chorizo y huevos”.

En la cercana Serranía de Cuenca, los azotes de la despoblación han hecho que la fiesta entre en decadencia. En Talayuelas se hacía una comida campestre para Jueves Lardero, estando estrechamente relacionada con la siguiente fiesta de “San Reventón” el Martes de Carnaval. En Landete también está muy relacionada con los carnavales, conociéndose ese jueves como el “Día de La Junta”, que consiguió relanzarse tras unos años en el olvido. En Salvacañete los niños iban con los maestros a comer junto al río Cabriel, en El Ventorro. Mientras, en su aldea de Casas Nuevas acudían hasta Los Casares, en dirección hacia Santeroncillo, y allí, en una espléndida zona junto a unas tablas labradas rodeadas de espinos y majuelos, cerca de la Fuente de la Zorra, se comían las viandas que llevaban en sus talegos a rayas. En Valdemorillo de la Sierra el día del Jueves Lardero se les quitaba el yeso a las orzas y se iba al campo a comer. Por la tarde se pagaba a escote con “perras gordas” y se organizaba baile con un acordeonista (López, 2016). En Carboneras de Guadazaón también se tiene la costumbre de comer en parajes cercanos al pueblo. Pero tenía la particularidad de que estaba estrechamente vinculada con los Animeros, los cuales desde el viernes previo recorrían las calles por la noche para pedir por las Ánimas, acompañados y dirigidos por el toque de tambor. En el Jueves Lardero toma el protagonismo la figura de “El Diablo”, que se convierte en el jefe del pueblo y se dedica, acompañado de dos o tres animeros, a hacer “diabluras”, recaudando dinero, comida y objetos aprovechando la merienda campestre de ese día. Finalmente, el domingo será la despedida de este corto reinado del Diablo, subastándose lo recaudado, así como los “cargos” de los animeros, la Porra y la Caja, para el año siguiente.

Por su parte, en La Manchuela el Jueves Ladero está muy arraigado, con síntomas de gran vitalidad. En Minglanilla, la gente va andando o en cualquier vehículo a algunos campos cercanos para comer tortas con chorizo y tajás; generalmente, van a El Tollo, la Fuente del Sordo o la ermita de Santa Bárbara. En Ledaña y Villalpardo, al Jueves Lardero lo denominan el “Día de La Zahora”, reuniéndose una cuadrilla de niños en casa de alguno de ellos, llevando su “zahora de saquillo”, y tirando petardos por las calles. En Ledaña, incluso se disfrazan, lo que supone el inicio de Las Máscaras. En Quintanar del Rey, coincidiendo con el día habitual del mercado municipal, la costumbre es juntarse para comer pollo, hornazos, y también pintarse la cara y el pelo. Con dificultades, en Casas-Ibáñez, Casas de Ves y otros pueblos de La Manchuela albacentense también se mantiene, aunque sus hornazos allí se caracterizan por tener los huevos, tajás y chorizos extendidos sobre la masa sin recubrir por completo, muy parecido a las tortas magras.

Además de todos los ejemplos citados, existen muchos más pueblos que lo realizaban. En la actualidad, todavía es muy celebrado en Cañaveruelas, Casas de Benítez, Casas de Fernando Alonso, Casas de Haro, La Huérguina, La Ventosa, Las Pedroñeras, Mota del Cuervo, Motilla del Palancar, Pozorrubio, Priego, Sisante y Torrejoncillo del Rey. En Villar de Cañas lo llaman también “Jueves Graso” y se sale a “lardear” para comer tortilla de patatas, chorizos, pan y vino. En Las Mesas y El Provencio, la merienda campestre se acompaña, entre otras viandas, de las típicas tortillas de harina. En Villamayor de Santiago es fiesta local y es tradición que los padrinos o madrinas de los bautizados entreguen a sus ahijados los ingredientes necesarios para este día, una propina monetaria y un rollo, dulce típico para acompañarlo por la tarde con un chocolate caliente.

Del mismo modo, al igual que en nuestra comarca, existen pueblos donde el rito de Jueves Lardero se realiza para otras festividades cercanas. Así ocurre en Horcajo de Santiago para San Sebastián, en Fuente de Pedro Naharro para Santa Águeda (5 de febrero) o en Tarancón y Cuenca para San Julián (28 de enero). En la ciudad de Cuenca, el día de su patrón, las familias y pandillas juveniles salen al campo de merienda para celebrar su segunda romería. El lugar elegido para la concentración, sobre todo, es la ermita de San Julián, al lado del río Júcar, aunque también se iba a la Cueva del Fraile, muy cerca del Convento de San Pablo.

  Jueves Lardero multitudinario en Cuenca (2022   

 

El Diablo y los animeros en Carboneras de Guadazaón   

 

Hornazo de Casas de Ves, similar a una torta de magras


Bocadillo de tortilla y chorizos típico en Cuenca


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 Los hornazos y las monas

 Tanto hornazos como monas se han relacionado siempre con la Pascua Florida o de Resurrección, siendo su consumo una costumbre todavía muy arraigada en toda la comarca. Aun así, ambos productos han estado asociados a todos los ritos gastronómicos que rodean la Cuaresma, incluido Jueves Lardero, como se puede ver en Cuenca con sus característicos hornazos para dicha celebración. Por esa razón, vemos oportuno profundizar en este referente de nuestra gastronomía tradicional.

El término “hornazo” es antiguo en la lengua castellana, Antonio de Nebrija ya indica la palabra en su Vocabulario español-latino (1494), mientras en el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) es definido como “la rosca con huevo que se solía dar por Pascua de Flores”. Por su parte, el término “mona”, de origen árabe, tiene un uso más reciente, llegando a nuestras tierras de raíz castellana por influencia del antiguo Reino de Valencia. La difusión de la palabra en el Altiplano de Utiel-Requena da prueba de ello, siendo un término genérico en buena parte de la comarca, salvo en los pueblos y aldeas de la zona del noroeste, más cercanos a Cuenca, donde todavía se impone hornazo. Aun así, su presencia y uso popular es muy extendido desde hace siglos, ya siendo tenido en cuenta en el Diccionario de Autoridades (1734): “Llaman en Valencia y Murcia la torta o rosca que se cuece en el horno, con huevos puestos en ella en cáscara, por Páscua de flores, que en otras partes llaman Hornazo”.

Con estas definiciones, las dos palabras se entienden prácticamente como sinónimos, aunque podemos encontrar diferencias significativas entre ambas. En líneas generales, los hornazos a la manera castellana son de masa salada y con añadido de huevos duros, piezas de embutido o tajadas de “chino” (cerdo), mientras que las monas de tradición valenciana son de masa dulce similar al pan quemado y únicamente llevan huevos cocidos como añadido. Sin embargo, en la comarca esta división de términos por la naturaleza del alimento no siempre la encontramos tan bien definida. Aunque por influencia valenciana las monas dulces eran realizadas en algunas poblaciones, la costumbre más habitual eran piezas de masa salada que, dependiendo del pueblo o aldea, se llamaba mona u hornazo. En Utiel, Martínez Ortiz (1983) definía la “clásica mona utielana” como una masa de pan con un huevo cocido en el centro y sendas tajadas en los lados medio escondidas en la masa, lo que sin duda era un hornazo. Lo mismo ocurre en Sinarcas, Venta del Moro, La Albosa Baja, Talayuelas u otros pueblos de frontera en la Serranía Baja de Cuenca y Los Serranos. Mientras que en Camporrobles, Fuenterrobles o Las Cuevas era llamado hornazo. Eso sí, en Caudete de las Fuentes y Villargordo del Cabriel también hacen hornazos y monas respectivamente de masa dulce con huevos y productos de orza, lo que supone un contraste sorprendentemente rico.

 




Hornazos o monas saladas con distintas formas: Utiel, Fuenterrobles, Talayuelas y Venta del Moro

 El hornazo característico de nuestra zona era una empanada hecha con masa de pan (harina, sal y levadura) a la que se le añade aceite, y también azúcar y huevos en los casos dulces. Sobre una base circular formada por una capa de dicha masa, se colocan longanizas, costillas y “tajás” de lomo, procedentes de la orza, así como huevos duros. Todo ello se cubre con otra capa de la misma masa, y se juntan ambas mediante un reborde. La capa superior se podía decorar con un enrejado que dejaba entrever las piezas de orza y huevos. También se podían confeccionar figuras hechas de la misma masa, pintadas de huevo batido y, a veces, con anisetes coloreados antes de meterlo al horno por varias horas. Por norma general, el hornazo o mona adoptaba una forma circular muy austera, pero si estaba destinada a un niño, solía tomar diferentes diseños, principalmente figuras animales u objetos (un ardacho, una culebra, peces, pájaros, un nido de huevos, una cesta, instrumentos musicales, etc.), cuya perfección dependía de la pericia de la elaboradora. La decoración podía estar sobre la tapa superior del hornazo circular, a veces acompañada de las iniciales, o directamente haciendo una torta con la forma deseada,

 

Monas dulces típicas valencianas  

  Burruecos, Los Corrales de Utiel

                                      

 Además de los hornazos o monas, era también popular para Jueves Lardero y Las Máscaras (Carnaval) tomar “burruecos”. Un dulce típico que se hace con una pasta de harina amasada con huevo, que, una vez troceada en pequeñas porciones o fideos, se fríe y se le añade miel al punto. El tomar burruecos, también llamado “turroncillo de fideos”, es muy comprensible en la costumbre de los hornazos salados, pues su ingesta servía como una especie de postre después de la comida principal.

 

Una tradición a recuperar.

 A pesar de haber poseído mucho vigor, Jueves Lardero se trata de una festividad que no ha sabido adaptarse a los cambios de la modernidad. Actualmente, tan solo se conserva en Venta del Moro, aunque con notables modificaciones y adaptaciones. Durante las últimas décadas, la organización del Jueves Lardero está estrechamente vinculada a las madres y los padres a través del AMPA con el fin de eximir al colegio de responsabilidades, acudiendo los niños junto a sus padres a la merienda en algún parque cercano al pueblo. Pero el cambio más significativo ha sido su traslado de fecha al Miércoles Santo, con el fin de que los niños de la escuela no pierdan su sesión docente del jueves por la tarde

 

 

Niños lardeando con sus padres

Dentro del calendario educativo, Jueves Lardero transmitía valores muy relevantes: el afianzamiento de lazos entre alumnos y profesores, la defensa de nuestro folclore, el descubrimiento del entorno natural inmediato y la creación de un arraigo en torno a la identidad rural. Como manifiesta Mariano López, antiguo profesor del Colegio Canónigo Muñoz, natural de Salvacañete y merecido hijo adoptivo de Utiel, en Jueves Lardero “pasábamos el día en el campo, aprendíamos en contacto con la naturaleza y por la tarde regresábamos a casa cansados pero contentos”. Por estas razones, sería recomendable que los centros educativos de infantil, primaria y secundaria tuvieran en cuenta Jueves Lardero, una auténtica tradición de Utiel. Un rito que se podría enmarcar en torno a Carnaval, realizando una excursión al campo para merendar en algún paraje cercano de la ciudad, siendo ideal El Palomar, aunque la recuperación de ese entorno y la antigua torre islámica de Benasén es otra historia.

 

Saber más:

 CÁSEDA TERESA, Jesús (2022). “Crónica militar y política del año 1355 en el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz de Cisneros la pelea de D. Carnal (D. Pedro I «el cruel») y D.ª Cuaresma (D.ª Juana Núñez de Lara, señora de Vizcaya) en Gordejuela y Ochandiano”. Lemir: Revista de Literatura Española Medieval y del Renacimiento, nº 26, p. 267-290.

 GARCÍA DE FUENTES, Luis; GARCÍA EJARQUE, Luis (1993). Caudete de las Fuentes, ayer y hoy. Utiel, Ayuntamiento de Caudete.

 LÓPEZ MARÍN, Mariano (2016). Etnología y costumbres populares de Salvacañete. Cullera, Ediciones Rodeno.

 MARTÍNEZ ORTIZ, José (1983). Utiel: gentes, hechos y modos de vida. Utiel, Ayuntamiento.

 PARDO PARDO, Fermín (2018). “Calendario festivo tradicional en la Meseta de Requena-Utiel”. Oleana, n. 32, p. 329-360. 

 YEVES DESCALZO, Feliciano Antonio (1997). Cuentos y leyendas de mi pueblo: Venta del Moro. Venta del Moro, Ayuntamiento.

 

 Podeis descargar el artículo completo en PDF en el siguiente enlace :

JUEVES LARDERO.UNA TRADICIÓN A RECUPERAR EN LOS COLEGIOS DE UTIEL










  

 

 

 

 

 

 

 

 

 



martes, 11 de febrero de 2025

VISITA GUIADA AL CASCO HISTORICO DE UTIEL CON ALUMNOS DE CUARTO DE PRIMARIA DEL CEIP ENRIQUE RAMBAL.SEGUIMOS DIFUNDIENDO UN AÑO MAS EL PATRIMONIO DE UTIEL

 TEXTO Mariano Lopez Marin

FOTOGRAFIAS:Meli Navarro 

El martes 11 de febrero de2025 la Asociacion Cultural Serratilla realizó una VISITA GUIADA CON ALUMNOS DE CUARTO DE PRIMARIA AL CASCO HISTÓRICO DE UTIEL en la que participaron los miembros de dicha asociacion Santiago Ponce Junquero,Mariano Lopez Marin,Meli Navarro. como presidenta de nuestra Asociacion, y Concha, como secretria ademas de las profesoras de los dos grupos de alumnos que realizaron la visita Marilo Henares y Maria Luisa Lacruz acompañadas cada una de otra profesora.

Nos dimos cita en la Puerta de las Eras donde se les hablamos de las murallas de Utiel,su funcion defensiva en la edad media y que ese recinto amurallado estaba oculto entre las casas antiguas que aprovecharon,cuando las murallas no se  utilizabann ya, para construir viviendas al lado,reutilizandolas como paredes.Les explicamos porque se llamaba puerta de las eras y para que servian estas eras.



A continuacion nos dirigimos por la calle Santa Maria  hasta el Callejon del Candil donde les explicamos que era un candil,como alli colgaban candiles los vecinos cuando el 6 de septiembre llega la virgen del Remedio.Aprovechando el mural de la herreria existente  les explicamos para que servian las herrerias,que herramientas y objetos fabricaban en la edad Media,las herramientas que habia y la relacion  de la herreria con los candiles.Aprovechamos para que viesen las vigas de madera que cubren ese callejon,al principio,indicandoles que era una forma de aprovechar el espacio para  las viviendas.Les hablamos de los nombres de las calles proximas relacionados con profesiones medievales o con la iglesia,como el callejon del turron o la calle de Santa Maria..



Desde alli nos fuimos a la Fachada de la Casa de la Cadena,actualmente  Cafe Salon Perez ,donde les explicamos su importancia,por que tenía escudo,de quien fue esa casa y el nombre de algun rey que paso por ella como Felipe IVque le concedioa Utiel el titulo de ciudad.

A continiacion nos dirigimos a la plaza del ayuntamiento donde les hablamos de la importancia de los dos edificios mas emblematicos el ayuntamiento y la iglesia.Del ayuntamiento destacamos su año de construccion 1788,reinando en España el rey Carlos III,los dos escudos dela fachada,el real y el de Utiel y quienes trabajaban en el ayuntamiento.De la iglesia destacamos su importancia,ser del  gotico y su amplitid.Les hablamos tambien ,aprovechando la escultura de D.Miguel Ballesteros Viana de por qué se habia hecho,quien la habia hecho , quien habia pagado su coste y la importancia de este gran historiador y cronista autor de la Historia de Utiel.Obsevaron junto a la plaza otras dos casas con escudos.




Nos dirigimos despues por la calle Real a la escultura CARRO CON UVA, otra actuacion la A.C.Serratilla,donde les explicamos todo el contenido de la misma insistiendo que esta escena de vendimia fue frecuente en Utiel hasta los años 1950 .Hablamos de talleres de carros en Utiel, de guarnicioneros,de la antigua vendimia ydel uso de cabalerías para las faensas del campo.



Posteriormente fuimos a la plaza Miguel Ballesteros donde les indicamos la casa donde nació este autor de la historia de Utiel y Cronista de la ciudad,viendo la placa que se colocó a principios del siglo XX.Aprovechamos para hablarles de la casa del guarnicionero,una casa muy antigua con una puerta de  varios siglos de antigüedad. Y desde alli nos fuimos a la Calle Armas a ver el CENTRO DE INTERPRETACION DEL UTIEL MEDIEVAL,cuyo proyecto de musealizacion hizo nuestra asociacion.En la puerta les explicamos el pequeño tamaño de la casa,lo que era un voladizo hecho para disponer de mas espacio y las dependencias que tuvo esa pequeña casa de gente humilde.Dentro del Cento de interpretacion les explicamos la maqueta del recinto amurallado de Utiel y donde se situaba cada puerta de la antigua muralla y los edificios importantes que habia.Vieton tambiem la fotografia aerea y el croquis de las tres zonas de Utiel en la edad media:recinto judio,recinto arabe y zona castellana.Les llamo mucho la atencion el grafismo de la palabra Utiel en manuscritos antiguos.




Una visita muy didactica y muy fructifera

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