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jueves, 11 de junio de 2020

“VERGELES” o “TRIGUETES” . FE POPULAR Y BOTÁNICA EN UTIEL Y SU TIERRA



Carlos J. Gómez Sánchez.Miembro de la A.C. Serratilla

Entre las tradiciones ancestrales de Utiel y su comarca, por su antigüedad destacan las “Caridades de Pan Bendito”, un tipo de ofrenda gastronómica dentro de los rituales propios de la religiosidad popular documentado desde el siglo XV. Sin embargo, esta costumbre inmemorial no estaba sola, existiendo otro tipo de ofrenda similar, pero de carácter botánico: los “vergeles”. Una práctica ya desaparecida que redescubrimos en Utiel durante la I Jornada de la Matanza de 2016, momento en el cual Fernando Moya Muñoz, Cronista Oficial de Fuenterrobles, realizó una magistral conferencia donde presentó dicha costumbre comarcal. Desde entonces, fascinados por los vergeles, hemos podido recopilar más información oral en Utiel y sus aldeas gracias al enorme saber de algunos de nuestros mayores, sorprendiéndonos de un vistoso y arraigado ritual completamente eliminado con enormes paralelismos al aun presente pan bendito.

¿QUÉ SON LOS “VERGELES”?
La tradición a la que hacemos referencia era un tipo de ofrenda religiosa botánica caduca, aportada por las mujeres a los altares de vírgenes o santos en sus respectivas fiestas, o para acompañar los monumentos de Semana Santa. Se trataba de un tipo de arte efímero mostrado en un recipiente de poca altura donde se sembraba uno o varios tipos de cereales, legumbres u otras variedades de semillas. Respecto a su denominación, el más habitual era el de “vergel”, documentado en Utiel y otras poblaciones comarcales, aunque sabemos que en los asentamientos de la Sierra de Utiel solía llamarse “triguetes”, y en algunos casos “triguillos” o “triguicos”; todos en clara referencia al cereal con el cual los confeccionaban.  

ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y OTRAS MANIFESTACIONES SIMILARES
Debemos asociar los “vergeles” a una manifestación extremadamente antigua documentada históricamente en Oriente Próximo, y asociado siempre a divinidades agrarias relacionadas a la fertilidad. Desde allí, se introduciría en la cultura greco-latina con los llamados “Jardines de Adonis”, con unas descripciones en textos clásicos sorprendentes por la similitud a las características de la tradición utielana. Es el caso de la referencia en Saturnales de Macrobio, escrito en el siglo IV d.C., y donde se nos indica: “¿Qué quieres decir con eso de los Jardines de Adonis?, los que plantan las mujeres en honor al amante de Afrodita en tiestos, disponiendo como un lecho de tierra del huerto; florecen y al instante se marchitan” (Saturn. 1, 21, 3).
En la actualidad, han continuado una serie de manifestaciones similares extendidas por Oriente Próximo (los “sabzeh” de Irán), en la cuenca mediterránea (los “nenneri” de Cerdeña, los “bavureddi” de Sicilia o los “sepolcri” del sur de Italia), en la Península Ibérica (las “hiervas de monumentos” en La Manchuela, los “triguicos” de Chelva y Ayora, “els formentets” de Bétera y Paiporta, los trigos del Señor” de Tuejar, o los “mayos” en Murcia) y por influencia hispánica, en América (los “altares de Dolores” y “tendidos de Cristo” de México o “huertos de velación” de Guatemala).
 

Sabzeh de Iran  (1)


       Sabzeh de Irán (1)                                                                        Sepolcri de Bari (Puglia, Italia)


“Triguicos dorados” y verdes ofrecidos en Chelva (2)
LOS “VERGELES” EN LA MESETA DE UTIEL
Tan solo contamos con dos referencias documentales descubiertas hasta el momento de esta tradición. En primer lugar, a José Martínez Ortiz en su libro Utiel, vivencias y recuerdos (1990), cuando detalla durante la festividad del Corpus:
Yo recuerdo las macetas de albahaca recubiertas con papel de seda de colores en las gradas del presbiterio del templo parroquial; ofreciendo su adorno, y su perfume. Las pequeñas plantas se habían cuidado desde meses antes, preparándolas para este su singular y excelso destino”.
En segundo lugar, la mención en el libro Caudete de las Fuentes, ayer y hoy (1993), escrito por Luis García de Fuentes y Luis García Ejarque, donde se detalla que:
Con motivo de Semana Santa, el Calvario se abría solamente los días de Jueves y Viernes Santo y el Domingo de Resurrección, y se engalanaba con los llamados vergeles, que eran plantas conseguidas mediante la germinación, en un lugar oscuro, de granos de cebada, de trigo, de araza etc., por lo que carecían de verdor que da la clorofila”.
Estas noticias se han podido complementar con los datos aportados por informadores orales de Utiel y poblaciones vecinas que nos han ampliado considerablemente el saber sobre dicha tradición extinta. Queriendo agradecer especialmente a Carmen Ramón de Villar de Tejas, Celia Navarro de Los Corrales, Luis Hernández de Estenas, Ana Guaps de Utiel y Maruja Torres de Penén de Albosa. Así como los testimonios indirectos recopilados por Fernando Moya en Villar de Olmos, Hortunas, Venta del Moro, Casas del Rey, La Fonseca y Fuenterrobles.  

   

Ermita de San Miguel (Estenas, Utiel) y Antigua Ermita de la Misericordia (Villar de Tejas, Chelva)



Iglesia de San Pedro Apóstol (Los Corrales, Utiel)

Gracias a toda esta información, sabemos el uso de “vergeles” en un considerable número de festividades históricas ubicadas en poblaciones de toda la Comarca. Diferenciando entre dos tipos distintos en el caso que fueran para “Monumentos de Jueves Santo” u ofrecimientos devocionales para la Virgen, los santos o Corpus Christi. Los “vergeles” votivos para el Monumento de Semana Santa están documentados desde antes de la Guerra Civil en Utiel, Los Corrales, Caudete de las Fuentes y la mayoría de poblaciones donde se ha atestiguado la tradición. Por su parte, las ofrendas a distintas advocaciones también disfrutaban de gran arraigo.  Realizándose a la Virgen del Remedio desde Estenas, la Virgen de Agosto en Villar de Tejas, Utiel, Requena y posiblemente en Fuenterrobles; la Virgen del Lorero en Venta del Moro, la Virgen de la Cueva Santa desde Fuenterrobles, el Corpus Christi en Utiel y Venta del Moro, San Isidro Labrador en Villar de Olmos y Hortunas, San Antonio de Padua en La Fonseca o el Corazón de Jesús en Casas del Rey. No obstante, a pesar de solo contar algunos casos, la diversidad de festividades que disfrutaron de este rito advierte que se trataba de una costumbre generalizada en todo el calendario festivo de la Meseta de Utiel.

Altar de la Virgen del Remedio con ofrendas florales que sustituyeron a los vergeles

RITUALES DE ELABORACIÓN Y OFRECIMIENTO
Existían dos tipos de “vergeles”, los llamados “vergeles dorados” y los “vergeles verdes”, que dependían según el modo de germinación o festividad para la cual iban dirigidos. Estos últimos, se sembraban con un único tipo de semilla y crecían en el quicio de una ventana al sol, por lo que salían de tonalidades verdes intensas. Además, apenas presentaban decoración, como mucho un lazo de color rojo alrededor del cuenco, y estaban destinados exclusivamente para Semana Santa, seguramente por esa razón eran tan austeros a diferencia de la otra variedad, con una tradición más exuberante y extendida en la comarca.



Vergeles verdes para el Domingo de Resurrección en Fuenterrobles (3)

Para los “vergeles dorados”, mejor documentados y con particularidades diferenciadas a otras tradiciones de fuera, utilizaremos la información de Carmen Ramón y Luis Hernández. Antiguos habitantes de la Sierra del Negrete, un espacio históricamente dividido por varias villas y entre los reinos de Castilla y Valencia, pero cuyas aldeas principales a pesar de estar separadas (Estenas de Utiel, Villar de Tejas de Chelva y Villar de Olmos de Requena) a ojos de sus propios habitantes compartían las mismas costumbres.
Dicho esto, los “vergeles” o “triguetes” se realizaban con prácticamente todas las semillas de cereales y legumbres que había. Parece existir una cierta preferencia por el trigo, pero también era usado arazá (maíz), cebada, centeno, avena, tramusos (altramuces), bajocas, lentejas, judías, etc. Mención espacial requieren los hiedros, cuya forma de crecimiento daba una especial belleza y la alfádega o alberga (albahaca), que ofrecía un aroma complementario a la ofrenda en el altar, como ocurría en el Corpus Christi de Utiel. 




Vergeles dorados en el altar de la Iglesia del Loreto en Venta del Moro (4).
Las semillas, tras haber estado en remojo entre dos y cuatro días, se colocaban en el recipiente con un sustrato. Este solía ser no muy alto, por lo normal cazuelas u otros receptáculos cerámicos reutilizados una vez ya no eran prácticos para su función habitual. Aunque también se usarían platos, lebrillos y depósitos de chapa como gavetas o latas, y en tiempos más recientes de plástico. Por su parte, el sustrato más habitual donde germinar era esparto cocido desgastado, es decir, reutilizar estropajos de esta fibra vegetal o la pleita de una espuerta vieja, el cual se recortaba y era bien extendido por todo el tarro. Según la Tía Celia Navarro, se usaba la tierra rica en nutrientes donde había estado previamente la basura, aunque también se utilizaría tierra de huerto y algodón en épocas más tempranas.
La germinación y crecimiento requería un continuado cuidado por parte de las mujeres que lo realizaban. Se debía sembrar alrededor de unos quince días antes de su ofrecimiento, aunque estas fechas dependían mucho del tamaño que desearan conseguir, así que cuantas más noches mayor seria su altura. Para los Monumentos de Jueves Santo en Los Corrales, siempre comenzaba el sembrado el día del Santo Ángel de la Guarda (1 de marzo). Si el sustrato era de estopa de esparto, todos los días se cambiaba el agua para que no se pudriera esta fibra vegetal. Se buscaba un lugar sin luz para que se quedasen “blanquinosos” (de tono blanco o amarillento), por ello el calificativo de “dorado” a diferencia de los “vergeles verdes”. Por esa razón se solían colocar en cuevas-bodegas, ya que además era un buen regulador climático por su temperatura constante. También se ubicaba en una habitación oscura sin ventanas o incluso debajo de la cama. La Tía Carmen Ramón solía colocarlo encima de un arca en una estancia oscura, poniendo encima del “triguete” un pozal (cubo) más grande para cubrirlo.


Vergeles o “triguicos” ofrecidos en Chelva (5).




Vergel marchito en la Cueva Santa del Cabriel (Mira)

La decoración empezaba una vez había crecido lo suficiente, pues al haber mucha simiente, salía muy “espeso” y las plantas acababan encrespadas y de una manera caótica. Los tallos debían reconducirse con cañas de carrizo y alambres, dándole altura y adornándolo con una cinta de terciopelo que lo rodeaba, y alguna más en el caso que fuese muy alto. El tarro se ataviaba en un canastillo de mimbre engalanado con papeles de color recortado en tiras rizadas o que se rizaban con las tijeras, en otras ocasiones se forraba de papel de colores por completo. Con este papel de seda se adornaba todo el vergel con lazos, pliegues y cintas finas por los lados, dependiendo el diseño de la destreza de la mujer que lo preparaba. El resultado final era muy similar a la decoración que recibía los panes benditos dulces, trasmitiendo a ambas ofrendas una vistosidad que contrastaba con la sobriedad propia del pan bendito o el vergel. 





Aunque tan solo conocemos un ritual de traslado en Estenas, único hasta el momento en toda la Comarca, su colocación en el altar debería ser realizado antiguamente por las muchachas jóvenes festeras de la población junto al pan bendito, igual que el proceso de decoración. Por último, se depositaban en los escalones de acceso al altar, quedándose en los Monumentos de Jueves Santos hasta el final la Semana Santa o durante los actos litúrgicos realizados en una festividad concreta, tras la cual era recogido y acababan marchitados por la degradación temporal de esta frágil ofrenda.

CARÁCTER MÁGICO Y SIMBÓLICO
Los “vergeles” o “triguetes” son un rito de magia simpática o empática, pues son una creencia basada en dos principios. Por un lado, la “imitación”, “lo similar produce lo similar” y, por lo tanto, cuando ofreces un producto cultivado para enfatizar en su belleza y su temporalidad estás trasmitiendo la esperanza de que el ciclo agrario siga su trayectoria habitual. Por otro lado, el “contagio”, la idea de que los objetos en contacto con la imagen o espacio sagrado recogen parte de su sacralidad favoreciendo a aquellos que los aprovechen. Este último se aprecia muy bien en el pan bendito, cuya ingesta “quita todos los males del mundo”, sanando enfermedades y previniendo tanto a personas como animales (el caso concreto del “Pan de San Antón” en Utiel). Un rito similar a los “triguicos” de Las Manchuelas, aunque no documentado en la comarca, donde tras los oficios litúrgicos había adquirido la “bendición divina” y se daban como comida a los animales domésticos para protegerlos. 
Este concepto mágico, aun relaciona más el pan bendito y los “vergeles” y su simbolismo religioso común en relación a la fertilidad, el crecimiento y la muerte dentro de la naturaleza. Se trata de un contexto estrechamente vinculado a las sociedades agrarias del Mediterráneo y los vaivenes estacionales con los ciclos anuales de caída y regeneración de la vida. En este contexto, dichas ofrendas individuales, familiares o colectivas buscan la protección divina en una relación recíproca entre ambas partes.
 




Ofrendas de pan bendito para San Blas (Utiel) y San Isidro Labrador (Villar de Olmos, Requena) (6)


CONCLUSIÓN
La expresión comarcal “déjame de esos vergeles” (no meterse en problemas) permite ver la decadencia de esta tradición, cuando se comenzó a sustituir la decoración en los altares por flores. De esta manera, los “vergeles” o “triguetes” se han convertido en otra de esas antiguas y decadentes tradiciones del patrimonio inmaterial de Utiel, como el Pan Bendito, los Mayos, la “Entrada de Moros y Cristianos” o las Enramadas de San Juan. Todas ellas contaron con un gran arraigo que poco a poco se ha ido perdiendo o transformando, pero debemos seguir recordándolas para evitar el día en el cual no seamos capaces de reconocernos como pueblo.  

PARA SABER MÁS:
GARCÍA DE FUENTES, Luis; GARCÍA EJARQUE, LUIS. Caudete de las Fuentes, ayer y hoy. Utiel, Llogodí, 1993.
GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier. “Pan bendito o caridades de pan: fe popular y gastronomía en el antiguo Vicariato de Utiel”. Feria y Fiestas de Utiel en honor a la Santísima Virgen del Remedio, 2017, p. 61-63.
GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier. “Vergeles o triguetes: fe popular y botánica en Utiel y su tierra. Feria y Fiestas de Utiel en honor a la Santísima Virgen del Remedio, 2018, p. 60-62.
MARTÍNEZ ORTIZ José. Utiel: Vivencias y recuerdos. Utiel, Casa de Cultura, 1990.
MOYA MUÑOZ, Fernando. “Los vergeles. Manifestación etnobotánica de carácter ritual en la Tierra de Requena”. Oleana, nº 30, 2015, p. 505-  523.
MOYA MUÑOZ, Fernando. “Los vergeles. Patrimonio etnobotánico y etnográfico de Venta del Moro”. El Lebrillo Cultural, nº 32, 2015, p. 35-39.
PARDO PARDO, Fermín. “Pan bendito y caridades en el antiguo Arciprestazgo de Requena”. Oleana, nº 7, 1992, p. 107-123.

Fotografias:
1. Sabzeh, سبزه, Naw-Rúz Sprouts (https://fae-magazine.com/2013/03/06/sabzeh-naw-ruz-sprouts/),
2. Ofrenda de los Triguicos en Chelva – Valencia (https://www.flickr.com/photos/antoniomarinsegovia/25452952713)
3. Fondo Fotográfico Asociación Amigos de Venta del Moro
4. Fondo Fotográfico Asociación Amigos de Venta del Moro
5. Ofrenda de los Triguicos en Chelva – Valencia (https://www.flickr.com/photos/antoniomarinsegovia/25452952713)
6. Archivo Fotografíco Etnográfico Fermín Pardo Pardo















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