PAN BENDITO o CARIDADES DE PAN:
FE POPULAR Y GASTRONOMÍA
EN EL ANTIGUO VICARIATO DE UTIEL
Carlos J. Gómez
Sánchez.Miembro de la A. C. Serratilla
Edición web : Mariano López Marín.Miembro A.C.Serratilla
Las caridades de “Pan Bendito”, junto a los “Vergeles”, representa una de las tradiciones más antiguas de todo el folclore utielano. De importancia fundamental en la definición cultural de esta tierra, su valor en la gastronomía local, los actos festivos a lo largo de todo el candelario agrario y en los ritos preventivos de ámbito curativo o climático, lo cual necesita una valerosa tarea de redescubrimiento.
Rollo de San Agustín,
versión desacralizada de pan bendito tradicional de Utiel
ENTRE EL PAGANISMO Y EL CRISTIANISMO
Cuando estudiamos costumbres inmemoriales comentadas por nuestros
mayores, la mayoría de ellas ya en desuso, apreciamos muy bien remarcado una
concepción mágica y simbólica. Se trata del reflejo de una mentalidad fraguada
desde la más inmensa antigüedad, anterior a la aparición del cristianismo, pero
que sería absorbidas por esta ante su incapacidad para eliminarlas. No son
meras supersticiones, sino más bien, una tradición de ritos y pensamientos que
han evolucionado a lo largo de los siglos, algunas de ellas desde época
prerromana. Por lo tanto, lo que apreciamos es la continuación de una creencia
popular poco afectada por los cambios procedentes del medio urbano. Hundiendo
sus orígenes en las religiones paganas para ser absorbida posteriormente por la
Iglesia católica, pero sin desaparecer. Dentro de este contexto, quizás
sorprende como las creencias populares pueden variar sustancialmente de los
cánones cristianos establecidos. Así ocurre con la “idolatría”, uno de los
peores pecados porque solo existe un Dios y está prohibido adorar a falsos
ídolos. Sin embargo, el cristianismo está lleno de adoraciones a santos y
vírgenes que rozan con la idolatría. Algo que puede ser más remarcado en un
espacio rural como la Meseta de Utiel-Requena, porque el culto concreto a una
Virgen o santo cuenta con un antecedente religioso pagano que ha sido
cristianizado sin perder sus ritos. Es lo que ocurre muchas veces al analizar
nuestras festividades locales, encontrando elementos singulares cuyo origen es
previo al propio cristianismo. Uno de los más peculiares de estas tradiciones
inmemoriales propias de la fe popular utielana es el Pan Bendito.
Rituales de ofrendas
de pan bendito o similares en Estenas (1984), Casas del Río (1960), Utiel
(1973) y Barrio Arroyo (1985)
NOMBRES DEL PAN BENDITO
El Pan Bendito es una ofrenda gastronómica de fines religiosos
con carácter colectivo o individual para un santo o Virgen dentro de un
contexto de fiestas patronales de pueblos, aldeas o barrios; y cofradías y
mayordomías de tradición gremial. Para denominarlo, sin embargo, existe una
gran variedad de calificaciones que atienden diversas razones (forma,
festividad para la cual se realiza, ingredientes, etc.).
De esta manera, en el antiguo Vicariato de Utiel conocemos ocho nombres
distintos. Como “pan bendito”, se conoce en las pedanías de La Torre y
Estenas, aunque se trata de un apelativo genérico para todas las ofrendas
gastronómicas de este estilo que siguen bendiciéndose, muy frecuente en toda la
comarca. Además, en la ciudad de Utiel se ha llamado tradicionalmente “pan
de pobres” o “pan de San Antón” al estar íntimamente ligado a San
Antonio Abad, algo similar a lo ocurrido en la aldea de Los Corrales, donde es
“pan de San Blas” por ser consumido el día de esta festividad. “Caridades”
o “caridás” (deformación habitual en el habla comarcal) es calificada en
algunas poblaciones de la comarca y de la cercana La Manchuela Conquense. En el
municipio de Utiel no tenemos constancia oral, pero si sabemos de su uso en
otras épocas por las referencias de Ballesteros Viana en su Historia de Utiel. Desvinculado
de la tradición de bendecirlo encontramos el “pan de alajú” y el “rollo
de San Agústín”. Por último, debemos mencionar el “pan de muertos”,
peculiar y extinta ofrenda asociado a los ritos funerarios.
Caridad con forma de paloma, de La Puebla del Salvador
TIPOS Y ELABORACIÓN
Al margen de sus variadas denominaciones, podemos identificar tres
tipos de panes benditos según su elaboración e ingredientes: salados, dulces y
tortas de miel.
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Panes Benditos de masa salada.
La tradición más extendida en Utiel son los panes benditos salados (pan
de pobres o de San Antón, pan de San Blas y caridades). Consiste en una masa
de pan normal de “masa madre”, antecedente a la levadura, al que se le añadía
matalahúva y en escasas ocasiones aceite. El pan de pobres en Utiel contaba
con una forma redonda muy simple en su confección con una cruz incisa en la
parte superior antes de hornearlo. En otras poblaciones como Caudete, La Torre
o Estenas; y más allá del Vicariato de Utiel se podía dar una ornamentación
especial más elaborada mediante la forma y los acabados. Por lo tanto,
apreciamos una sobriedad muy propia de la liturgia cristiana en la tradición
utielana diferente a la ostentación decorativa de las aldeas con panes de
figuras de animales, estrellas, corazones o decoraciones geométricas muy variadas.
Estas últimas alcanzaron altos grados de perfección y belleza, fruto de la
dedicación familiar a una ofrenda de alto valor simbólico. Dicha complejidad ha
sido su mayor complicación a la hora de conservarse, ya que los horneros
profesionales no pueden dedicar el mismo tiempo en los detalles. Lo cual
también explica la gran diferenciación en formas que sufrió el pan bendito
salado de Utiel, donde existía desde la Edad Media hornos de “poya”
(profesionales) que atendían a la comunidad, y las aldeas, donde prácticamente
cada vivienda tenía su propio horno familiar.
Caridad con forma de rollo estrellado, de Hortunas
Caridades de Casas del Rey, Villar de Olmos, Puebla del Salvador y Fuenterrobles
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Panes Benditos de masa dulce.
La segunda tipología con más arraigo hoy en día en la comarca, pero
poco extendida en Utiel son los panes benditos dulces. Su elaboración consiste
en una masa de harina, levadura, aceite, huevos, matalahúva, azúcar y
anisetes de colores, éste último para la decoración superficial al escasear
otro tipo de ornamentación en el propio pan. No obstante, la decoración es más
variopinta al ser presentada al público en canastillos o tableros superponiendo
manteles blancos emperifollados con encajes y adornado con cintas de papel rizado
de colores e incluso flores del tiempo. Existen varias formas de panes benditos
dulces en la Meseta de Utiel-Requena. Por una parte, dentro de la tradición del
antiguo vicariato utielano tenemos rollos o tortas, alcanzando en otras poblaciones
comarcales muy distintos tamaños en algunos casos rematadas con los llamados
“pinos” (figura también de masa de pan bendito clavadas con varillas de caña y
adornado con papel de colores). También otro tipo de tortas más finas colocadas
en canastillos, fácil de distinguir por los dibujos en su superficie en forma
de rombos, en algunas pedanías también con “pinos” o “pinetes”. Otra forma
dulce que fue costumbre en las aldeas se trataban de piezas independientes de
pan bendito con forma de estrella de distinto tamaño superpuestas
piramidalmente en un canastillo.
Panes benditos dulces decorados con “pinos” y papel rizado, en Fuenterrobles y Las Peñas de Requena
Panes benditos dulces
decorados modo piramidal, de El Rebollar; y con flores, de Casas del Río
Panes benditos dulces
en forma de rollo o “pintado a rombos”, de San Antonio de la Vega
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Tortas elaboradas a partir de miel.
Por último, contamos con una tradición distinta asociada estrechamente
por su simbolismo con el pan bendito a pesar de no ser un producto de pan hecho
en un horno. Nos referimos a las tortas de miel, cuyo representante en Utiel
son los “panes de alajú”, y con tan solo otro ejemplo más en la comarca, la
Torta de la Candelaria de Fuenterrobles. Los dos casos consisten en calentar en
una caldera miel, los ingredientes dulces removiéndolos con una pala por turnos
los miembros de la cofradía a la que está asociada. En la actualidad, el ritual
de elaboración de los “panes de alajú” en Utiel se conserva
intacto, caracterizada la versión autóctona por una masa de miel, pan
rallado y ralladura de limón entre dos obleas (sin uso de frutos secos como
almendra o nuez, habitual en las versiones serranas del mismo dulce). Por su
parte, en la Torta de la Candelaria de Fuenterrobles, desde 1958 según
Fernando Muñoz, se sustituyó la base de alajú por turrón de almendra, yema de
huevo y azúcar. La ofrenda consta de la torta de forma circular sobre la cual
se adorna con bombones, anisetes o peladillas, y coronada por los “pinos” y un
rollo central, realizados de turrón de piñón de forma cónica que se colocan
sobre unas varillas metálicas alrededor de la torta y rematado por ramilletes
florales.
“Panes de alajú” hechos según la receta utielana por la Cofradía de San Isidro, en Utiel
Torta de la Virgen de la Candelaria decorada con “pinos” y rollo, de Fuenterrobles
PAN BENDITO EN LAS FESTIVIDADES HISTÓRICAS DE UTIEL
Ahora toca realizar un repaso por las festividades históricas del
antiguo Vicariato de Utiel donde sabemos que se realizaban rituales de pan
bendito, algunas de ellas conservadas hasta la actualidad.
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Pan de pobres de San Antón
Dentro del calendario religioso anual la primera celebración sería San
Antonio Abad (17 de enero) con el “pan de pobres” o “pan de San Antón”. Esta
variedad salada era encargada a un horno por parte de la cofradía del santo,
confeccionando pequeñas piezas llevadas en grandes canastas a la iglesia
parroquial sin ninguna pompa. Dentro del templo sería bendecida tras la misa y
distribuidas entre los presentes para su consumo, siendo habitual guardar algún
pan para darlos a otros familiares enfermos o ancianos, así como para tirar sus
migajas en los rituales de “partir el nulo”. Se trata de un protocolo de ofrenda
colectiva muy simple en el contexto comarcal.
“Pan de pobres” realizado por San Antón Abad (1885), de Utiel
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Pan Bendito
de San Blas
En Utiel, la Mayordomía de San Blas calca el mismo rito que con el “pan
de pobres”, diferenciándose en la utilización de un pan bendito dulce de masa
ornamentado con un enrejado romboidal. Este se trocea y se lleva en grandes
canastas al altar de la iglesia parroquial, recibiendo un trozo tras la misa a
la vez que se besa la reliquia del santo de la cual se dispone. Ese tipo de pan
bendito fue habitual encontrarlo en las aldeas centrales de la comarca (Los
Marcos, Los Ruices, San Juan, San Antonio, etc.), donde la costumbre antigua
era realizarlo (entonces se “pintaba el pan”, se hacían los rombos) unos días
antes como ofrendas individuales hechas en comunidad para realizar un desfile
con los panes bien ataviados con “pinos” y tiras de papel rizado de colores
trasportado por las mozas solteras hasta el templo religioso. En Los
Corrales de Utiel se ofrecían el “pan de San Blas” como una variante salada
de pequeños panecillos con anises.
Ofrenda de pan bendito
por la Mayordomía de San Blás, en Utiel
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“Panes de alajú” de San Isidro.
El rito de los de los “panes de alajú” asociado a la Cofradía de San
Isidro Labrador es el que presenta un periodo temporal más amplio, estando la
corporación estrechamente relacionada con la apicultura al ser heredera de la
Real Cofradía de Colmeneros de Utiel. Comienza con la preparación de los panes
de alajú a finales de abril por parte de la cofradía y con la colaboración de las
damas en honor a las Fiestas de San Isidro. La miel, el pan rallado y la ralladura
de limón se cuecen a fuego en una caldera de grandes dimensiones en una de las
viviendas de los cofrades, desde hace tiempo en el Barriete de San Gregorio en
la casa de Clotilde Muñoz, una de la las últimas turroneras. Una vez la masa
está en su punto, los hombres apartan la caldera y colocan otra para seguir
amasando la masa de alajú con las palas. Por su parte, las mujeres colocan una
porción de masa sobre una oblea, ponen otra encima, compactando lo torta con un
pisón. El resultado es una enorme cantidad de panes de alajú que serán
distribuidos entre los cofrades y el resto de la población durante las fiestas
de San Isidro Labrador (15 de mayo). Esto difiere respecto a la Torta de la
Candelaria de Fuenterrobles, pues, aunque su proceso de confección es idéntico,
tratándose en ambos casos de un día ocioso entre vecinos y amigos, las
porciones más importantes de torta se subastan para la financiación de la
cofradía fuenterrobleña. Un acto que también se acomete en Utiel, pero con la
subasta de la imagen de San Isidro en vísperas de la celebración.
Realización de la pasta para los “panes de alajú” por la Cofradía de San Isidro, en Utiel
Realización de la pasta para la “Torta de la Candelaria” el día de la virgen, en Fuenterrobles
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“Caridades de pan” a San Bernabé
“A pesar de los muchos recuerdos conservados de los pasados tiempos
y entre otros hábitos por ellos legados, aparecen en primer lugar los festejos
que se hacían a San Bernabé desde fechas muy remotas. Sabido es que la
festividad citada coincide con el día 11 de Junio, y como el Concejo y pueblo
tenían por patrono al referido santo, era costumbre el día de la víspera dar colación
de pan y cerezas, y al siguiente la caridad de pan a niños que
acudían a la fiesta”.
La referencia es de alrededor de 1500 y permite ver la existencia de
una tradición de pan bendito o “caridad de pan” además de ofrendas al antiguo
santo patrón de panes y frutas, esta última suprimida en 1544 por el Concejo y
sustituido por diez misas. Se trata de una de las referencias históricas más
antiguas a esta tradición en todo el antiguo Obispado de Cuenca.
-
Pan bendito de San Miguel
San Miguel (29 de septiembre) era un culto muy extendido en la antigua
Vicaría de Utiel, pero que debió adaptarse a las necesidades de su época, pues
era vendimia. En Estenas asociada a esta festividad encontramos uno de
los ritos de pan benditos más interesantes de toda la Meseta de Utiel-Requena
por su participación en la procesión y rica decoración realizadas por las mozas
solteras. En este sentido, vemos oportuno aportar la descripción del año 1986
realizada por José Martínez Ortiz en su libro Utiel, vivencias y recuerdos:
“Después de la Misa, la procesión. Sacan todas las imágenes que hay en
el pequeño templo y que preceden a la de San Miguel, son la de la Virgen de los
Desamparados, la del Carmen, la de San Isidro. Llevan las andas los hombres y
algunas mujeres. Antes del desfile, las respectivas peanas han sido adornadas
con flores por las jovencitas de Estenas. Saliendo y atravesando la placeta del
Olmo, se baja por la estrecha y sinuosa calle del Sacramento -se llama así
porque en ella se celebraba la misa antes de construir la capilla- y se sigue
por la carretera adelante hasta llegar al espacio más anchuroso sombreado por
esbeltos árboles donde está la fuente. De la Plaza de Reguero, cuesta arriba,
se entra en la iglesia. San Miguel lo hace pasando por delante de los otros
“santos” que como rindiendo homenaje en su capital de patrón de la localidad,
se han colocado en la puerta, uno junto a otro, esperando su llegada. El paso
del cortejo, en que ha formado todo el pueblo, ha sido amenizado con cánticos, oraciones
y con algún espontaneo ¡viva! Al final de la ceremonia religiosa, se
bendicen los panes, que unas guapas mozas, reparten a la salida del templo,
mientras se disparan unos cuantos cohetes. El pan que es dulce, una especie de
bizcocho muy compacto, lo ha hecho por ofrecimiento la vecina Pilar Giménez y
se da gratuitamente. Se distribuyen catorce piezas de un kilo de peso, pero muy
bien cocidas y adornadas en la cara de pan con la impresión, cuatro veces, de
una tijera grande”.
Procesión de San Miguel en Estenas (1984) con ofrendas panes benditos dulces ricamente ataviado de papel rizado, “pinos” y tapetes blancos.
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“Rollo de San Agustín”
En la actualidad algunas familias de Utiel que cuentan con esta
tradición, encargan a un horno profesional para San Agustín (28 de agosto) un
bollo de masa dulce agujereada en el centro, un “rollo” para el consumo
doméstico de la familia y amistades. Se trata de un vestigio de un culto
importante asociado a uno de los barrios periféricos de la localidad, el Alto
de San Agustín, donde existía una ermita al santo construida en 1546 y demolida
en 1808. A partir de estos datos y de las tradiciones conservadas en otras
poblaciones cercanas podemos presuponer cual sería el protocolo a seguir con el
Rollo de San Agustín. Seguramente, las familias encargarían en los hornos de
polla o particulares el pan bendito como una ofrenda familiar, importante
precisar que se trataba de una fiesta de barrio, pero no necesariamente vetada
al resto de Utiel. El pan bendito bien ataviado con papel de colores sería
transportado en tablas en la cabeza con un “rodillo” o “rodete” para
proteger la cabeza del considerable peso de la ofrenda. Sería conducido
posiblemente por las mozas solteras del pueblo hasta la ermita donde sería
bendecido tras la misa y consumido entre los presentes. Tras ponerse fin al
culto de este santo, el Rollo de San Agustín se desacralizó, conservándose como
una costumbre familiar, encontrándose a día de hoy especialmente arraigada en
la Pastelería de Almonacid en la calle Real.
Rollo de San Agustín, de Utiel
Rodillos, rodetes o bonetes usados para amortigua el peso del pan bendito en la cabeza
Rollo de San Agustín, versión con matalahúvas, de Utiel, y de pan quemado, de Los Corrales
Por su parte, en Los Corrales de Utiel también se disfrutaba del
“rollo de San Agustín”. En esta pedanía se celebraban el 15 y 28 de agosto respectivamente
el “Día del Melón” y el “Día del rollo”. Momentos de esparcimiento
coincidiendo con la Virgen de Agosto y San Agustín, donde se iba al campo,
generalmente a La Fuentecilla o La Cubera, para comer y pasar el día. Como bien
sugiere sus nombres, en el primer caso la costumbre era llevarse de postre un
melón o “melón del agua” (sandía), mientras en el “Día del rollo”, se compraba
en el horno un “rollo de San Agustín” similar a un pan quemado para comerlo con
chocolate, lo que se decía “mojar el rollo”.
-
“Limosna de pan” a la Virgen del Remedio
En la primera peregrinación oficial a la Virgen del Remedio el 17 de
mayo de 1558, Ballesteros Viana nos indica lo siguiente:
“Una vez todos en aquel montuoso lugar,
veneraron con gran devoción a la efigie de María, y después de practicar, según
costumbre, la obra santa de la caridad, dando limosna de pan y vino a cuantos
allí acudieron, regresaron á la villa por la tarde, para encaminarse al día
siguiente a la aldea de las Cuevas, donde se veneraba ya a Ntra. Sra. de Loreto”.
La referencia de “limosna de pan” como costumbre hace referencia al
carácter caritativo del pan bendito, ofreciendo un interesante testimonio que
demuestra la relación de esta tradición con la “Serranilla”. Por desgracia, no
hemos encontrado referencias a esta ofrenda dentro de la actual cofradía y el
culto popular a la Virgen del Remedio. Sin embargo, es incuestionable que su
presencia sería habitual hasta principios del siglo XX junto a los vergeles,
los cuales si tenemos testimoniados tanto para las fiestas patronales (8 de
septiembre) en la ciudad de Utiel, como para Pentecostés, momento de
celebración espacial en las aldeas de la Sierra de Utiel (Estenas, Villar de
Tejas, Las Nogueras, etc.).
Ofrendas en Villar de Olmos (1985) de panes benditos dulces ricamente ataviado de papel rizado, “pinos” y tapetes blancos.
CARÁCTER SIMBÓLICO Y MÁGICO
El pan bendito es un ofrecimiento popular a un santo o Virgen con la
cual pretendes alcanzar la protección divina en algún asunto concreto. Siendo
en este caso alimenticia, pero también existían otras como los “vergeles”, una
ofrenda botánica de enorme similitud. Esta salvaguardia pedida podía ser
colectiva al implorar la protección para una comunidad de vecinos o miembros de
una misma cofradía; e individual, al “echar de valentía” (ofrenda
particular) y reclamar la protección a la familia en sentido amplio. Aunque
ambas se podían combinar en las celebraciones satisfaciendo los intereses
familiares y comunitarios.
Ofrecimiento individual de pan bendito en Campo Arcís a la Virgen del Carmen (2014)
El pan bendito, como un aspecto incluido en las festividades
eclesiásticas, tiene un simbolismo católico que explica cómo se
cristianiza la tradición. De esta manera, mediante la bendición del pan, esta
“ofrenda gastronómica” se convierte en un elemento eucarístico, es decir,
mediante su ingesta la persona consume el cuerpo de Cristo (alimento
espiritual). Además, el pan bendito solía ser repartido en las fiestas de
manera equitativa entre todos los presentes sin distinción de su estatus
socio-económico. Por lo cual, la misma porción de pan sería consumido por el
más rico y el más humilde. Ello contaba con un enorme simbolismo porque se
identificaba con una de las bases doctrinales de cristianismo: la igualdad. Por
lo tanto, el pan bendito era muestra de caridad cristiana con el más necesitado,
con lo cual se explica el nombre de “caridades” o “pan de pobres”. Esta premisa
es una constante en la liturgia cristiana, no olvidemos que cuando se instala
la Orden de la Merced en 1663, a los religiosos se les obligaban entre otras
cosas salir a la limosna llamada de “pan y huevos” dos veces a la
semana (jueves y domingos),
así como “a conjura1 y tocar a nublado cuando la ocasión lo pidiera”.
Vemos, por lo tanto, que, al margen de lo meramente cristiano, la fe
popular al pan bendito le otorgaba una serie de cualidades mágicas
relacionadas en parte con la religiosidad agraria precristiana. Es aquí donde
se aprecia la protección rogada a la divinidad en dos ramas distintas. Por un
lado, la protección sanitaria porque el “pan bendito quita todos los males
de mundo” y su consumo permite sanar enfermedades o prevenirlas tanto para personas
como para animales. Sus supuestos beneficios para la salud serían acompañados
por un rito que propiciase sus beneficios, básicamente santiguarse frente a él
o besarlo. Posible explicación a la superstición muy extendida en la comarca de
no tener el pan normal bocabajo, considerado pecado; o de soplarlo y besarlo
cuando se caía al suelo. Por otro lado, la protección climática, costumbre muy
arraigada en Utiel donde se solía echar las migajas de pan bendito a la calle
para “partir el nulo”, deshacer los nubarrones que presagiaban tormenta
y de esto modo evitar el temido granizo. Aunque según la costumbre de la
familia, también se echaba puñados de sal gorda a la calle para evitar que
caiga “piedra” (granizo), mientras se colocaban las trébedes o “tiebles” con la
patas apunto hacia el cielo y se recitaba un Padre Nuestro o la frase: “San
Antón, San Antón, que no apedree por aquí”.
Pan de Pobres para San Antón dispuesto para realizar el ritual de “partir el nulo”
Mención especial requiere otras manifestaciones vinculadas al pan
bendito con simbolismos muy dispares. Las tortas o panes de alajú se
confeccionaban en grandes eventos comunitarios que permitían aunar los vínculos
de la sociedad rural, para luego ser utilizado el dulce como forma de
socializar en las fiestas y en las procesiones dedicadas a San Isidro Labrador
repartiendo trozos entre el público como cualquier otro pan bendito. Totalmente
distinto es el carácter del “pan de muertos”, una costumbre perdida a
principios del siglo XX, vagamente recogida por testimonios orales o descrita
por José Martínez Ortiz en su libro Utiel, gentes, hechos y modos de vida.
En la “Misa de muerto” realizada al año tras la defunción era común llevar una
“artística canastilla con bordado paño y dos panes”, dos rollos de picos si el
entierro había sido de categoría “doble” o uno si fue “sencillo”, que
finalmente se entregaba entre los pobres. En este caso, el objetivo de la
ofrenda es beneficiar el ánima del fallecido en la otra vida mediante un acto
caritativo. Este tipo de ofrenda funeraria posiblemente tenga relación con los “huesos
de santo” o el “pan de muerto” mexicano, propios del Día de Todos los Santos.
Pan de Muerto
tradicional en México para el Día de Todos los Santos
CONCLUSIONES
Curiosamente, Utiel es la única población de la comarca que cuenta
documentadas con las tres tradiciones de panes benditos (salados, dulces y
tortas de miel). Lo que ofrece a la ciudad una enorme riqueza etnográfica en
desgraciada decadencia. El pan bendito es un interesante patrimonio
gastronómico utielano que más allá de su transcendencia religiosa, puede ser un
vistoso atractivo a la oferta cultural y gastronómica de la incipiente
actividad turística.
PARA SABER MÁS:
BALLESTEROS VIANA, Miguel. Historia y anales de la muy leal, muy noble
y fidelísima villa de Utiel. Valencia, Imprenta de “El Correo de Valencia”,
1899.
GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier. “Pan bendito o caridades de pan: fe
popular y gastronomía en el antiguo Vicariato de Utiel”. Feria y Fiestas de
Utiel en honor a la Santísima Virgen del Remedio, 2017, p. 61-63.
GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier. “Vergeles o triguetes: fe popular y
botánica en Utiel y su tierra. Feria y Fiestas de Utiel en honor a la
Santísima Virgen del Remedio, 2018, p. 60-62.
MARTÍNEZ ORTIZ, José. Utiel: gentes, hechos y modos de vida.
Prólogo de Rafael Duyos. Utiel, Ayuntamiento, 1983
MARTÍNEZ ORTIZ José. Utiel: Vivencias y recuerdos. Utiel, Casa
de Cultura, 1990.
MOYA MUÑOZ, Fernando. Los panes benditos en la comarca de Requena-Utiel:
la torta de Fuenterrobles. 2015.
MOYA MUÑOZ, Fernando. “Los vergeles. Manifestación etnobotánica de
carácter ritual en la Tierra de Requena”. Oleana,
nº 30, 2015, p. 505-523.
MOYA MUÑOZ, Fernando. La torta de la Candelaria (Fuenterrobles).
Fuenterrobles, Fernando Moya Muñoz, 2020
MOYA MUÑOZ, Fernando. “Los vergeles. Patrimonio etnobotánico y
etnográfico de Venta del Moro”. El
Lebrillo Cultural, nº 32, 2015, p. 35-39.
PARDO PARDO, Fermín. “Pan bendito y caridades en el antiguo
Arciprestazgo de Requena”. Oleana, nº
7, 1992, p. 107-123.
PARDO PARDO, Fermín. “Calendario festivo tradicional en la Meseta de
Requena-Utiel”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, 2018, n. 32, p.
329-360.
Fotografias:
Colección fotográfica Fermín Pardo,
Consuelo Iranzo, Rosa María Sánchez Ballesteros, Albertina Torres.
Puedes descargar este trabajo en PDF en el siguiente enlace:
PAN BENDITO UTIEL (SERRATILLA)
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